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Los nativos de la etnia Wayuu le claman a Juyá, mientras que los arijuna a Dios. Todos con el mismo propósito que llueva para que regrese la vida al campo, ese es el clamor de los riohacheros.

Muchos riohacheros como Benancio Epínayu, dice que ha sido uno de los veranos más incesantes en su comunidad, que ya perdió la cuenta de cuando llovió por última vez en su territorio, localizado en el sector de la comunidad de El Horno, en jurisdicción de Riohacha.

“Hace mucho rato que por aquí no llueve, ya no tenemos animales, porque todos se han muerto. Este verano acabó con nuestro patrimonio. Los ovejos, chivos, gallinas, patos y ahora se están muriendo hasta los perros y no sabemos qué hacer, porque ni los pajaritos escuchamos cantar”,  indicó Benancio Epínayu.

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En ese sector del Municipio, los jagüeyes se han secado, los animales domésticos están muriéndose, a Carlos Gutiérrez Epieyú se le murió de sed el burro que tenía, porque no tenía como darle agua y pasto.

Aunque en esta zona de Riohacha, la administración municipal construyó varios pozos profundos para cubrir un kilómetro a la redonda, pero cada nativo debe costearse la tubería para tener agua en su comunidad.

La situación se ha vuelto casi que insostenible, porque los nativos no tienen como mantener agua todos los días en su comunidad y a veces no saben cómo solicitarla y en muchos casos tampoco tienen donde almacenarla.

En la tarde de ayer se sombreó el cielo de Riohacha, se pensó que iba a caer un aguacero, al final no sucedió, los campesinos y nativos siguieron con la misma desesperanza, porque no llueve y sus necesidades aumentan cada día.