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 En 1988 llovió
mucho en todo el territorio nacional, el 22 de octubre el Johan con sus vientos
huracanados de más de 200 kilómetros por hora hizo estragos en gran parte de la
costa Caribe y con mucha vehemencia en La Guajira.

El huracán se
acentuó en los municipios de Manaure y Uribia, un poco más leve en Riohacha y el
barrio Boca Grande fue uno de los más afectados.
En la costa
Caribe se calcula que el Johan afectó a por lo menos 5.000 personas y se sabe
que en Colombia hubo 25 muertos.
Irma Avilez
Ortega, una cordobesa que llegó hace más de 30 años a La Guajira, buscando una
oportunidad de trabajo en compañía de su esposo y de sus dos hijas, ya había
construido su casita, en un terreno que adquirió por $75.000.
Con mucho
esfuerzo y sacrificio Irma y su marido lograron sacar a sus hijas adelante, a
sus 60 años se dedica a lavar y planchar ropa ajena y él a los 65 aun trabaja
en lo que pueda.
En la ola
invernal del 2010 algunos vecinos del barrio igual que Irma perdieron todos sus
enseres, otros no lo perdieron todo pero logaron rescatar muy poco.
Cada invierno,
sus casas quedan bajo el agua. Irma da gracias a Dios porque el año pasado el
invierno fue benévolo con ellos. Ella, vio llenarse su casa de agua dos veces
en el mismo año.
Ha ido
rellenando el terreno pues no tiene para comprar otro lote y construir otra
vivienda. La casa de Irma tiene dos vigas de amarre, el piso de cemento es
nuevo, igual que la cama matrimonial la anterior se la llevo la creciente del
Jagüey, del gobierno solo recibió igual que algunos de sus vecinos $1.500.000
como indemnización.
Irma dice “No
nos alcanzó para mucho, echamos el piso y el techo que se perdió todo, me quede
esperando que me dieran el subsidio para levantar la cocina y nunca llegó”.
Recuerda hasta
donde llego el agua la última vez y aun conserva las trojas que no ha desarmado
porque es consciente que lo más seguro es que las vuelva a necesitar.
No ha logrado
que le instalen el gas natural porque la empresa de gas tiene su casa
catalogada como de alto riesgo, ella es quien más sabe el riesgo que se corre
en su casa, en el último invierno se quedo hasta sin calzones.
Ríe de su
broma pero cuando observa lo maltrecha que esta su nevera y el cambuche que
construyo como cocina sus ojos se entristecen.
Otra vecina
del barrio, no ha desmontado tampoco las trojas que tiene en su casa en las que
mantuvo alzados los chismes que pudo salvar de la creciente el último invierno,
perdió parte de sus muebles, los que logro salvar estuvieron secándose al sol
durante semanas, igual
Irma y su
vecina ven correr el tiempo en Boca Grande, en la noche la oscuridad del sector
les hace acostarse temprano se quejan de no tener en el barrio alumbrado
público, el agua tienen que traerla a sus casas por medio de mangueras de un
patio vecino y el servicio de energía eléctrica es muy costoso.
Esperan que
llegue el bienestar al barrio y el Jagüey no los haga correr y perderlo todo
nuevamente
Escribió Rita
Elena Meza