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Entre las víctimas un
soldado que intervino en una discusión de pareja
La intolerancia y la violencia como mecanismos de solución de conflictos
dejan el trágico resultado de dos personas muertas y una mujer herida en Maicao.
Las primeras versiones obtenidas por la comunidad indican que Luis Carlos
Luna Puente de 30 años de edad; se encontraba inmerso en una acalorada
discusión con su pareja Auri Redondo González, de 22 años a quien le propinó
una herida con arma blanca en el abdomen.
Un activo del Ejército que estaba en labores de patrullaje con sus
compañeros, observa la pelea e interviene para conciliar y proteger la vida e
integridad de la mujer.
Sin embargo, Luna Puente, se enfrenta al uniformado, en el forcejeo se
escapó un tiro de fusil, impactando en la cabeza del oficial Francisco Salcedo
Toro, falleciendo en el lugar de los hechos.
Pero la ira del civil fue más allá y con un arma blanca se le avanza al
uniformado quien agoniza en el suelo. Tiempo después, la gente se va acercando
y un grupo de personas que se encontraban en un Billar salieron como una turba
y su víctima fue Luis Carlos Luna Puente, quien se convirtió en la otra persona
muerta.
El hecho de sangre ocurrió en la tarde de hoy en la esquina de la calle 15
con carrera 9  del barrio Centro de Maicao.
Por su parte, Auri Redondo González, está recluida en la Clínica Maicao y según
informe médico se encuentra en delicado estado de salud, en espera de ser
remitida a un centro de mayor complejidad.
El soldado fue identificado como Francisco Salcedo Toro de 25 años,
natural de Riohacha, adscrito al Grupo Matamoros en la recién creada Fuerza de
Tarea Centurión que opera en el cordón fronterizo.

Aunque el soldado se encontraba acompañado de otros patrulleros, quienes
al sentir el disparo concurrieron rápidamente al lugar, no obstante, solo
consiguieron hallar el espantoso y sangriento suceso, donde momentos antes se
acabara con la vida de su compañero y el civil.

Así mismo, la complicidad
enfurecida, retirándose con la convicción de haber hecho justicia.

La impotencia, tristeza y desolación invadió a los militares y un
profundo silencio cómplice de una atrocidad que circundaba sobre la vía pública,
como si el instinto hubiese superado el sentido común y la racionalidad.

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