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Un 2 de octubre del año 1.828 el valeroso y pujante José
Prudencio Padilla a las once y media de la mañana era fusilado en la plaza de
la constitución (hoy Plaza de Bolívar) a causa de intrigas y culpas lanzadas en
su contra y lo hicieron aparecer como partícipe en el atentado contra la vida
del libertador.
A pesar que se conmemora un año más de su muerte, los
riohacheros lo recuerdan; al igual que los integrantes de la Armada Nacional,
organismo que creó, porque fue además organizador naval de las primeras
operaciones del mar Caribe, de las del río Magdalena y de la red fluvial de
Guyana venezolana, y de la cuenca del caudaloso Orinoco.
Padilla fue un hombre de honor y lealtad; de personalidad
descollante, generoso y sociable y por muchas razones los hijos de la península
de La Guajira lo admiran y hasta hoy no ha nacido alguien que lo supere.
En la mañana de ayer después de un tedeum en la catedral
se le colocó una ofrenda floral con presencia de varias personalidades de la
vida político administrativo de La Guajira y de la Academia de Historia.