Carnavales en decadencia

Por Stivinson Rojas Atencio

Según algunas teorías, la palabra carnaval puede ser epistemológicamente definida como el resultado de la combinación “carne levare” que proviene del latín que significa “dejar de comer carne”.

Aun cuando hay estudios que asocian a los carnavales con el pueblo sumerio, hace aproximadamente 3.000 A.C., se cree que el extensionismo del cristianismo lo impulsó al reconocimiento del que gozan estas fiestas hoy en día. Lo cual empezó con el ejercicio de comer mucha carne antes de que llegara la cuaresma.

Después esto se fue transformando, ya que la gente empezó a disfrazarse y esconder sus rostros para poder saciar ansias carnales a través de bacanales y fiestas con gente desinhibida y lista para el disfrute y gozo mundano.

Los carnavales de Venecia y Roma gozan de gran cultura, propia de los italianos. Los carnavales de Trinidad y Tobago, Rio de Janeiro y New Orleans involucran las excentricidades propios de la cultura de sus países. En Puerto España (Port Spain, por sus siglas en inglés), capital de Trinidad y Tobago, es fácil ver en los desfiles parte de la represión al cual fueron sometidos los trinitarios por el imperio británico.

En Rio de Janeiro, los carnavales involucran mucho baile y colorido, propios del pueblo brasilero. En New Orleans, USA, este carnaval tiene ingredientes musicales muy elevados, y al final se cierra con la fiesta “Mardy Gras”, que traducido del francés significa “jueves de grasa”. Es decir, que la gente se desborda comiendo de todo antes de la cuaresma. Es en esta fiesta donde las mujeres salen a los balcones para mostrar sus tetas y los transeúntes les lanzan collares de colores.

Los carnavales han sido y seguirán siendo una fiesta popular a la cual la comunidad que los celebra debe darles el rumbo que requieren.

Es por ello, que la ciudad de Riohacha no puede quedarse impávida ante la degradación secuencial que viene sufriendo el carnaval del Distrito, principalmente en su desfile de carrozas. No es posible que a la ya cadena de improvisaciones a la cual esta fiesta es sometida, se tenga que permitir que celebraciones grotescas sean el centro de atención de este tradicional evento.

Mostrarle a las futuras generaciones de guajiros, la escena del par de travestís cobrando por el incumplimiento de sus servicios sexuales a un descarado taxista en un motel de la ciudad no tiene ningún tipo de presentación. Quizás ya es hora de que Riohacha, en su calidad de Distrito Turístico, deba mirar hacia un carnaval más cultural, autóctono y respetuoso. El carnaval necesita de más actos como los “embarradores y piloneras” y menos actos obscenos.

Posiblemente, pueda ser esta la excusa perfecta para organizar un desfile más acorde al crecimiento de la ciudad. Donde los organizadores reciban un video piloto de la puesta en escena de cada comparsa, así como también trabajar de la mano de la Administración Distrital y Departamental, enfocándose en multiplicar los valores culturales del carnaval y enfatizando en la cultura ciudadana y normas de convivencia. Por su parte, la policía También debe contribuir con mayor presencia para tratar de evitar actos de vagancia y vandalismo que cada año crecen exponencialmente.

El pueblo riohachero debe dar muestras de que está preparado para asumir el reto de tener una ciudad más culta y educada, y los carnavales pueden ser una excelente excusa para demostrarlo.

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