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A causa de una posible negligencia médica, falleció en la Clínica General del Norte de la ciudad de Barranquilla, la docente Marina Raquel Páez de la Cruz.

El fallecimiento de quien en vida se dedicó en cuerpo y alma a la docencia ocurrió hoy miércoles a las doce y cincuenta de la tarde. Marina trabajaba en la Institución Educativa Livio Reginaldo Fishioni sede Che Guevara y solo le faltaban dos años para alcanzar su pensión.

Estaba casada con Carlos Mendoza Brito, de cuya unión de 38 años nacieron sus hijos Yamile, Carla, Tatiana, Paola y Carlos Mendoza Páez, quienes la describen como una madre incondicional, especial y un ser humano sumamente solidario.

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Su hijo mayor Carlos Mendoza, afirma “la muerte de mi madre fue negligencia médica porque ella estaba bien, pero estaba desesperada en la clínica ya quería regresar a Riohacha porque se sentía mejor. Entonces se puso histérica, razón por la que el médico le puso un medicamento que era muy fuerte, de esos con los que tratan a pacientes siquiátricos”.

Además, manifiesta que este medicamento dejo a su mamá totalmente ida, sin capacidad motriz y con la presión baja, “ese medicamento acabó con mi mamá, ella el viernes pasado estaba bien, el día sábado le aplicaron el medicamento y no se mejoró”.

En un primer momento según lo manifestado por sus familiares Marina Páez fue llevada a la Clínica Riohacha por presentar un dolor en el colon, de allí fue remitida a Valledupar y luego a San Juan.

Su hijo explica que el día que llegó de San Juan del Cesar a la ciudad de Riohacha presentó nuevamente el dolor por lo que tomaron la decisión de llevarla en carro particular directamente a Barranquilla.

La docente tenía 62 años de edad, vivía en compañía de su esposo, una hija y una de sus nietas. Lamentablemente la ‘seño’ Marina no alcanzó a estrenar su casa que con el esfuerzo  de su trabajo estaba construyendo.

Sus hijos la recuerdan como una mujer, madre y docente  excepcional, conocida y querida por todos sus colegas, a quien le encanta comer el pescado lebranche “le quedaron cuatro en la nevera que yo le había traído” dice finalmente su hijo.

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