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Por Alcides Alfaro Guerra.

En medio del dolor de sus familiares, sus amiguitos y la impotencia de toda una comunidad maicaera que reprochó la forma cómo fue asesinado, en la tarde de ayer fue sepultado el niño Samer Rafael Cantillo Vergara.

El acto se cumplió en medio del repudio generalizado de toda la sociedad fronteriza que al comenzar la semana recibió la fatal noticia del crimen de un niño de siete años, que solo pensaba en sus tareas y en sus amiguitos de colegio.

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Samer Rafael no pudo regresar al plantel este año, porque en la fecha de ingreso ya había cumplido otra cita, esta vez con la muerte provocada por un hombre enfermo.

Mientras era sepultado, se conoció que el caso fue descubierto inicialmente por otro menor de edad, que había salido a cazar pajaritos en la zona cercana al barrio.

Fue este menor, quien inicialmente dijo haber visto un hombre llorando cerca a un niño tirado en el suelo, de inmediato dio aviso, pero sin mucha alarma, o más bien le comento a alguien cercano a él sobre lo que había visto.

Al parecer, quienes le escucharon no le dieron mucha importancia, pero solo cuando se comentó profusamente la desaparición de Samer, se prendieron las alarmas y fueron hasta donde el niño dijo había visto el hombre llorando cerca a un muchachito en el suelo.

Ya el hombre se había ido y alguien comento que lo habían visto en una tienda comprando unas bolsas de agua con las que sació la sed y lavó sus manos ensangrentadas, luego de haber cometido el crimen.

La protesta de la comunidad que recorrió las principales calles de la ciudad.

Antes del sepelio, un grupo de personas protagonizaron una movilización por varias calles de la ciudad, pidiendo a las autoridades una acción enérgica para encontrar al responsable y aplicarle todo el peso de la ley.

Mientras se realizaba esta marcha, un grupo de personas igualmente dolidas por este hecho, tomó por sus propias manos la justicia en contra de un hombre del que aparentemente se dijo fue el causante de la muerte, lo golpearon causándole unas heridas y fuertes hematomas, pero al final, se comprobó que no era el sospechoso que toda la comunidad estaba buscando.

Entre tanto, se mantiene la recompensa ofrecida por la administración municipal y la policía de 20 millones de pesos para quien informe sobre el paradero o de pistas del responsable de tan execrable crimen.