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Por Jefry Machado González.

«¿Qué cuantos años tengo? ¡Ay mijo, apenas voy por 85 años!», expresó María Victoria Enrique Cotes de Ayala, mientras se acomodó para recibir el equipo de La Guajira Hoy, que en este mes de las Madres le brinda un homenaje a esas mujeres que han salido adelante con su familia.

Nació en Riohacha, en la calle segunda, con claridad recuerda sus orígenes sanguíneos y como si se tratara de un casette andante narró: «Mi abuelo, Luis Cotes Gómez, trabajó con las perlas de Manaure, cuando esas piedras preciosas se empezaron a hacer famosas y años después, fue cuando explotó el negocio de las salinas, él se asoció con unos Wayúu de la región y empezaron a comercializarla».

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También recordó que por parte de su abuela Lucila, su descencia eran indígena de la casta Epinayú de la zona de Santa Rosa, donde transcurrió su infancia.

A los seis años de edad, su madre se encargó de inscribirla en la escuela La Enseñanza de Barranquilla y cada vez que salía de vacaciones, la llevaban en carro a casa de sus abuelos en las sabanas en el municipio de Manaure.

Hayde De Luque, amiga de toda la vida de Cotes, se refiere a ella como una mujer fuerte como un roble: «Mari Victoria con las años que tiene no usa gafas y tiene una memoria envidiable, ya que tiene la capacidad de registrar todo».

Razón por la cual recuerda detalladamente acontecimientos notables para su familia y el departamento, «mis abuelos tuvieron relevancia en la toma de decisiones para elegir las tierras donde hoy en día es Uribia, tarea liderada por Londoño. Mi abuelo fue el que le dijo donde se asentaría el actual poblado, ya que en la zona de Manaure el agua era muy salada y del otro lado el agua era dulce. De hecho, en la biblioteca de acá hay un libro sobre este acontecimiento».

A la edad de 10 años María Victoria perdió a su mamá, consecuencia de una enfermedad severa. Tiempo después se fue a estudiar a Medellín para culminar el diversificado y finalizado sus estudios, regresó a Riohacha.

«Mi casa actual es parte del terreno de mi mamá. A penas conocí el amor de vida, Gerardo Ayala, proveniente de Córdaba, nos casamos y construimos aquí, en el patio de lo que hoy esa la Caja Agraria».

Él trabajó duro para mantener el hogar, sin embargo años después falleció y la dejó con cuatro hijos. Dos varones y dos hembras, aunque una de las hijas murió hace dos años atrás, dejándole a sus nietas quienes siempre están junto a ella, a pesar de que transcurren más tiempo en Barranquilla por motivos de su formación académica.

Su otra hija vive en Londres, una vez al año la viene a visitar a Riohacha, mientras que sus otros dos hijos están residenciados en el Distrito.