Alfredo Estrada y Ana Cecilia Fuentes, son una pareja que se ha fortalecido con el tiempo.
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Esta historia de amor, no es de Corín Tellado ni de Bianca, ni escrita por Delia Fiallo. Es de dos seres humanos que, entre breves paseos en bicicletas, papelitos, y coqueteos consolidaron su amor, pese a las dificultades y adversidades para la fecha en el municipio de San Juan del Cesar.

Alfredo Estrada, empleado en la salud conocido por sus amigos como ‘Sopa’ dado que cuando aprendía a leer en la escuelita de las hermanas Mejía, en todo leía sopa; y Ana Cecilia Fuentes ‘la cotorra’ ya que nació sin cabello. Aurora Gámez fue la comadrona que la recibió al nacer y le dijo a Micaela Jiménez su mamá “comadre usted pario un pichoncito de Cotorra por tener poco cabello y tener los ojos azules”

Precisamente, un 19 de septiembre, día de amor y amistad luego de 8 meses de coqueteo, frases bonitas, papelito y recados, que mandaba con su amiga y compañera de estudios Elizabeth Oñate quien era la alcahueta.

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Con más de un año de amores donde se veían a escondidillas Ana Cecilia aceptó a Alfredo como su novio, éste decide hablar con Micaela, quien no lo veía el hombre para su hija. Sopa pide permiso para visitarla, ya que sus intenciones eran sanas y quería evitar comentarios en el pueblo.

Micaela según relató la Cotorra’ como no era del gusto, no lo dejaba entrar a la casa, la visita era en la terraza y vigilada por ella misma, quien oteaba con un tabaco en la boca y al filo las 9 de la noche tenía que irse, porque ya no era hora de visita, y su casa no era de rochelas.

Cansada de esto y casi obligada Ana Cecilia, decide irse para Bogotá a continuar estudiando comunicación Oral en la Academia Arco, hasta donde viaja Alfredo le pone una cita en casa de unos familiares y cuando ella llega con una prima la encerraron y le dijo te vienes conmigo para San Juan, ya tenía los tiquetes en avión.

Esa noche Micaela no durmió caminando por las calles del barrio Kennedy de la fría capital llorando buscando su muchachita que se la habían robado, hasta que al día siguiente Alfredo decide llamar y avisar que Ana Cecilia estaba con él y que se venían para san Juan del Cesar.

Micaela y su familia se devuelven de Bogotá, pero no la perdonó; ellos siguen con sus amores fugaces y a medias escondidas, Es así que debido a esta relación se casan un 17 de abril ; aun la vieja “mica” seguía enfadada sólo hasta el día que nació Fidel Alfredo se abrazaron lloraron y le brindo su perdón por haberle hurtado a su “muchachita”.

Junto a sus dos hijos Fidel Alfredo y Casimiro José, esta familia es feliz.

Luego decidieron vivir juntos Micaela aprendió a quererlo como a un hijo, consolidando aún más esa unión otro niño a quien llamaron Casimiro José; esta pareja pese al tiempo, y a las dificultades por el flagelo del desempleo de Alfredo, y la persecución política como docente en la intervención de la educación en el departamento, para Ana Cecilia aún permanecen juntos viviendo su mágico amor, rodeados de sus hijos, nuera y nieto.

Hoy Fidel Alfredo y Casimiro José, convertidos en profesionales, retozan y acumulan esos gratos recuerdos y picaresca historia de amor de sus progenitores, para narrárselos a Moisés y a sus futuros hijos, seguros que a pesar de los tiempos el también y con el amor libre del “ahora” vivirán y contarán sus historias de amor.