La falta de oportunidades tiene a los paraguachoneros sumidos en el trabajo informal.
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De los doce pasos fronterizos en los que el gobierno autorizó el cierre mientras se cumple la protesta este 21 de noviembre, Paraguachón es uno de ellos. “Aquí no hay necesidad de parar porque todo está paralizado desde hace varios años cuando el gobierno de Venezuela decidió cerrar la frontera”, dice una de sus habitantes.

Sin embargo, admite que de cualquier manera se reflejara el golpe a la alicaída economía del poblado ya que disminuirá el tráfico de pasajeros que se mueve entre Maracaibo y Maicao y que usa esa zona de confín de estado para el transito inter-fronterizo, pues los carretilleros que normalmente viven del día a día llevando y trayendo la carga informal de los ocasionales pasajeros se va a ver afectada al no haber clientela.

Paraguachón y sus habitantes basan su economía en lo informal básicamente gracias al mototaxismo, las carretillas  y a las ventas ambulantes improvisadas o maneros, labores estas que ejercen tantos nativos como extranjeros que han venido a ocupar gran parte de la torta informal fronteriza.

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A juicio de Ailen Cuadrado, vocera comunal del pueblo, la intensa actividad de intercambio comercial y el cambio de divisas que movía las líneas gruesas de la economía quedaron diezmados desde el cierre de la frontera.

A las tres mil motos y 300 carretillas que diariamente se mueven se suma el alquiler esporádico de habitaciones cuyos propietarios cobran desde cinco mil pesos diarios por el arriendo especialmente a los ciudadanos venezolanos migrantes.