¿Es de ayuda para el planeta la pandemia?

Wary Samir Arrieta Pinedo
Wary Samir Arrieta Pinedo
Profesional en negocios internacionales, docente de Inglés, excandidato al concejo de Riohacha, expresidente de comisión de asuntos jurídicos y políticos del modelo de la asamblea general de Organización de Estados Americanos.

Esta pregunta surge a causa de toda la crisis mundial que estamos viviendo con la pandemia del virus Covid-19 o Coronavirus. Pues desde que se declaró como pandemia, ha obligado a la humanidad a entrar en un aislamiento obligatorio en muchos países alrededor del mundo.

Permitiéndonos ser testigos de la ‘recuperación’ del planeta a causa de las actividades del día a día del ser humano, como por ejemplo el avistamiento de delfines en las playas de La Guajira; esto hace que las personas saquen conclusiones como; “es el respiro que necesitaba el planeta”.

En esta columna he querido demostrar a través de un análisis la relación que tiene el coronavirus con el cambio climático, medio ambiente y la economía, empecemos:

En diversas zonas del mundo, especialmente las que están bajo cuarentena, como Colombia, se han generado disminuciones importantes de contaminación. Pero esta situación no puede ser tomada como la cara amable o positiva del coronavirus. ¿Por qué?

“La verdad es que los esfuerzos por disminuir la contaminación causante del cambio climático deben ser producto de medidas de carácter global y no el resultado de una pandemia. El coronavirus y el cambio climático han dejado en evidencia que ambos no conocen fronteras, que afectan por igual a la humanidad y que solo acciones coordinadas y decididas son las que producen cambios relevantes para enfrentarlos”, dijo Bruno Giambelluca, integrante del equipo de campañas de Greenpeace Andino.

Y tiene mucha razón esto, ya que todo se vincula con un momento que tiene enormes consecuencias para la salud y economía de las personas, más en países afectados por el cambio climático; como lo es Colombia que ha pasado por diversos fenómenos climáticos como sequías, más en zonas como La Guajira.

Unos de los argumentos más leídos es la reducción de emisiones CO2 en el planeta; si, las emisiones de CO2, responsables del cambio climático, se redujeron en forma significativa en los países afectados por el coronavirus.

¿Por qué se da esta disminución tan significativa? Es porque está directamente vinculada a la reducción drástica de las actividades industriales que dependen en gran medida del carbón y el petróleo.

Del mismo modo, la desaceleración de la movilidad de las personas, en particular la vinculada al tráfico aéreo global (un sector que emite gases de efecto invernadero), parece conducir mecánicamente a una caída de las emisiones de CO2.

Sin embargo, no hay nada de qué alegrarse. Estos descensos únicos se producen después de un largo período de aumento continuo: los últimos cinco años fueron los más calurosos y además, 19 de los 20 años en los que se registró mayor temperatura corresponden a este siglo.

Sumado a esto, actualmente las emisiones de CO2 en los hogares están subiendo de manera drástica.

La caída en las emisiones de gases de efecto invernadero y en la contaminación del aire que observamos recientemente es en realidad puramente cíclica. Es una total farsa: solo sucedió porque una gran parte de las actividades humanas se vieron obligadas a detenerse en condiciones dramáticas y con graves consecuencias sociales y económicas.

El Covid-19 representa un peligro para la humanidad y el planeta. Las medidas temporales que se tomaron para enfrentar esta pandemia no parecen una respuesta duradera al desafío del cambio climático.

También es cierto que a causa de la crisis económica que se está viviendo por la pandemia, el sector económico e industrial puede empezar a tomar acciones anti ambientales con tal de recuperarse económicamente, haciendo caso omiso a los problemas del cambio climático y como afecta este a la población.

Es esencial revisar nuestras prioridades, decidir entre actividades económicas útiles para el cuerpo social y aquellas que son parte del problema; los gobiernos nacionales y locales deben hacer planes de recuperación que prioricen a los ciudadanos, su salud, su bienestar, su medio ambiente y el clima, y no a las industrias contaminantes.

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