Maicao resumido en armonía y la buena amistad

Alejandro Rutto Martínez
Alejandro Rutto Martínez
Periodista, administrador de empresas, docente catedrático. Ha desempeñado cargos públicos. Actual secretario de Hacienda municipal . Ha publicado 7 libros y ha ganado en dos ocasiones el Premio Cerrejón de Periodismo.

De tarde en tarde, o de noche en noche, cuando el tiempo así lo permite, tengo la costumbre de reunir a la familia y empezamos a hacer un recuento de tantas cosas que nos han sucedido a lo largo de los años. La costumbre la heredé de los mayores y, más exactamente de mamá, que era una excelente contadora de historias.

Mi padre no se quedaba atrás, con la ventaja de que había recorrido medio mundo en las numerosas travesías que la vida le impuso como obligación vistiendo el uniforme del ejército de su país o bien sea por su afición a no quedarse mucho tiempo estático en ninguna parte, hasta que un llamado del instinto lo hizo echar el ancla en el corazón de la Guajira para no recogerla nunca más.

La costumbre la continué con mis hijos y con los menores de la casa a quienes les he contado de mis propias experiencias y a quienes les he hablado de los amigos que la vida me ha regalado a lo largo del tiempo, quienes, en definitiva, son un tesoro más grande que cualquiera de los otros bienes tan preciados que Dios me ha obsequiado.

En los turnos en los que tengo uso de la palabra, me he complacido en hablarles de tantas cosas y en hablarles siempre bien de las personas a las que considero mis amigos.

En algunas oportunidades les voy a hablar de John Zárate, a quien ellos, a través de mí, conocen como el amigo del abrazo sincero, por que en, efecto, su sonrisa, su gesto y su abrazo sincero transmiten una buena vibra y son capaces de cambiar un día gris en una jornada radiante iluminada por la esperanza de las cosas buenas que vendrán.

Lo que recuerdo de los primeros años en que nos conocimos fue su sonrisa desprevenida, su semblante cargado de optimismo, sus palabras afectuosas con las cuales podía levantarle el ánimo hasta a una piedra.

Estuvimos juntos en varios eventos con nuestras conferencias motivadoras y nos hicimos conocer en el ámbito educativo por la fe que teníamos en aquello que predicábamos: la educación sería el vehículo para cambiarle la cara a nuestra tierra en la cual algún día la grotesca figura de los ciudadanos que exhiben la cacha de sus revólveres y las pistolas en la pretina de su pantalón sería reemplazada por el cuadro promisorio de un puñado de jóvenes con su morral de libros en dirección a la Universidad.

Y lo logramos, gracias a Dios

John voló, muy alto. Se convirtió en uno de los psico orientadores más respetados de la comarca, en el cual creían y creen los profesores y padres de familia.

Al ganar la alcaldía Daissy Hernández lo llamó a hacer parte de su equipo de Gobierno y allí se lució como uno de sus funcionarios de confianza al punto que en varias oportunidades fungió como alcalde encargado.

En esos días brilló como el secretario estrella de la administración. Mi pecho se henchía de orgullo porque podía entrar a su oficina sin cita previa y sin anunciarme, sin que nunca se me hiciera un desaire.

Me quedé a la espera de que el colectivo al que pertenecía lo postulara como candidato a la alcaldía. La verdad que hubiera sido un lujo de candidato y de esta manera Daissy Hernández hubiera podido prorrogar su legado de buen gobierno en el tiempo. Pero, como lo dije antes, nos quedamos esperando porque John para esa oportunidad no se postuló. Me quedé con las ganas de votar por él y de elegirlo, lo cual habría sido de gran satisfacción para mí.

En adelante hemos continuado la amistad como buenos paisanos. Y soy amigo no solo de él, valga decir, sino de su familia, por la cual guardo el más profundo respeto y el más grande aprecio.

Estoy esperando la próxima tertulia con mis hijos en la cual le diré que John Zárate sigue siendo parte del selecto grupo de mis amigos y que se destaca en la docencia, en el liderazgo ciudadano y también en la escritura de muy leídas columnas.

Dios lo bendiga hoy y siempre y le permita alcanzar los anhelos de su corazón, siempre bajo la mirada misericordiosa y la protección absoluta del Creador.

Y lo voy a respaldar siempre, como él me ha respaldado a mí para que podamos ver a Maicao resumido en la armonía y la amistad.

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