Buen padre, buen hijo, buen amigo y un ciudadano distinguido por procurar el progreso y el desarrollo de su pueblo guajiro. Así quedará en la memoria la imagen y los recuerdos del ingeniero, exconcejal y empresario Edgar Acosta Romero.
En una entrevista dada por Damis, hija mayor de Edgar relató las vivencias y los aspectos más característicos de la personalidad de un hombre que hizo grandes cosas en sus 76 años de vida, y que deja un gran legado.
“Su primera meta conseguida fue convertirse en ingeniero y luego en docente de la universidad católica de Bogotá y uno de sus primeros proyectos como ingeniero fue la subestación eléctrica en Cuestecitas. Mi papá siempre fue un hombre visionario”.
Años más tarde, el camino de Edgar Acosta le llevaría a ser un emprendedor incansable con la construcción de soluciones habitacionales, el transporte intermunicipal y, finalmente, dio el paso a la política, desde donde planeaba transformar el Distrito de Riohacha sin olvidar sus raíces.
La familia de Edgar Acosta se caracteriza por ser numerosa desde generaciones anteriores, teniendo él 17 hermanos y procreando seis hijas: Damis, Rosalina, Adriana, Edgari, María de los Ángeles y Shamag Michell. El cariño con que se relacionó con sus hermanos y primos, y el amor con que crio a su progenie le aseguraron un lugar especial en el corazón de muchas personas.
“Papá siempre fue un hombre alegre, divertido y fiestero. Además, un devoto muy entregado a la Virgen de Santa Rita y Santa Eduviges”, destacó Damis Acosta, a través de mensajería instantánea, por donde mostró fotografías de las ocurrencias y momentos felices con su padre.
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A pesar de ello, la pandemia del covid-19 frenó completamente su espíritu entusiasta, al punto de llenarle de preocupaciones y miedos fundados en el terror de morir de esa extraña enfermedad.
“Una madrugada me llamó llorando. Fue en aquellos meses de más apogeo de la pandemia, cuando las cuarentenas no dejaban que saliéramos. Me dijo que temía por su vida, no quería morir en estos tiempos tan caóticos, además, su deseo era que mucha gente le acompañara a su sepulcro cuando fuera el momento”, recordó con dolor tranquilo Damis Acosta.
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Al llegar el mes de diciembre también llegó el covid-19 a la vida del empresario Edgar Acosta, siendo el único desafío que no logró superar. Así, pues, el 28 de diciembre fue ingresado a Unidad de Cuidados Intensivos y luchó hasta la noche del 6 de enero, cuando falleció.
Su cuerpo visitó por última vez la ciudad de Riohacha y luego fue sepultado en su tierra natal, el corregimiento de Monguí. Hoy se cumplen las nueve noches de su partida y el vacío dejado en su familia, en su pareja Ana Aixa Murillo, en la sociedad, entre empresarios y políticos, será irreparable.
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Ese deseo su hija Damis se lo cumplió, le sugirió a través de redes sociales a sus amigos y familiares que acompañaran el cortejo fúnebre hasta su ultima morada. Que no se bajaran de los vehículos y así fue. Muchos amigos lo fueron a esperar al pueblo de Perico, otros se sumaron en la autopista, algunos en Riohacha. En Monguí sus paisanos lo esperaron en la vía principal para darle el último adiós.