Después de una larga temporada de huracanes y tormentas tropicales, los nombres designados para estos han sido tantos, que al acabarse las letras de nuestro abecedario convencional, ya los nombres designados van por cuenta de las letras del alfabeto griego.
El turno ahora es para el Huracán Iota. El cual pasó de tormenta tropical a huracán en cuestión de horas.
Lo tenaz de todo lo que se ha venido presentando con este tipo de fenómenos naturales, es la forma tan “vulgar” con la que se ha venido alertando a la población. Es decir, las alertas tempranas han venido siendo reemplazadas por los mensajes en las redes sociales.
Y no está mal que la población se entere de los riesgos y posterior enjambre de estragos que este tipo de amenazas naturales le causan a la región, pero La Guajira necesita un sistema de alertas tempranas acorde al grado de vulnerabilidad al que se expone el departamento por su posición geográfica.
Este tipo de eventos naturales deben servir de excusa para fortalecer nuestro sistema de alertas tempranas y a su vez, crear un comité pedagógico que permanentemente esté advirtiendo a la población de los peligros y de cómo enfrentarse a este tipo de amenazas, ya que es muy claro que nuestra gente no sabe reaccionar ante estos eventos.
Hoy inunda las costas del departamento el huracán Iota, mañana llegará otro; y si las autoridades de La Guajira no toman decisiones de fondo con respecto a las correctas acciones y estrategias para la preparación y mitigación del impacto de este tipo de catástrofes, lo que acaba de pasarle a la Isla de Providencia, en un futuro bien podría pasarnos a nosotros.