La Guajira siempre ha tenido pan, quizás lo que le han faltado son dientes.
A mediados del siglo pasado, el departamento vivió el “boom” de la marihuana. La bonanza marimbera se respiraba al interior de los hogares guajiros.
Muchos de nuestros paisanos se dedicaron a beber y mujerear en aquellos tiempos. El dinero fácil es una maldición, y en esta oportunidad no sería la excepción. Unos muy pocos blanquearon su dinero. Lo invirtieron en propiedades y en la educación de sus hijos. En parte, muchas de las oportunidades de hoy, se dieron por esos pocos iluminados.
Es conveniente mencionar, que el traficante de marihuana no era mal visto. De hecho, no se entiende cómo, aún cuando la marihuana es legal en muchas partes del mundo, incluida una gran parte de USA, y habiéndose comprobado que es menos dañina para el organismo que el alcohol y el cigarrillo, sean estos últimos legales, mientras el cannabis sigue cobijado por el manto de la ilegalidad.
Posterior a la marihuana, vino el “boom” del carbón. La gigantesca mina del El Cerrejón recorrió a finales de los 70 y comienzos de los 80 los colegios de La Guajira, para que fuesen estos los dispensadores de la parte más baja de su pirámide laboral, los obreros.
Si iban a permanecer por medio siglo en nuestro departamento, ¿Por qué no tomaron estas volquetadas de estudiantes y los enviaron a las mejores universidades del país y del mundo para que se prepararan y que de esa forma le aportaran más a su propio proyecto y a la región? Lo cierto, es que la explotación de carbón en el departamento tiene los días contados.
Sin embargo, ahora el “boom” viene por cuenta de las energías limpias. La Alta Guajira se proyecta como un bazar de molinos de viento, llamados sofisticadamente aerogeneradores.
¿Hemos aprendido algo? ¿Se pellizcaron nuestros políticos? ¿Habrá participación de nuestros profesionales en todos estos nuevos proyectos? ¿O una vez más veremos pasar el pan en frente de nosotros, porque definitivamente no tenemos dientes?