Antes de que esta cuarta ola llegase, desde este rincón escrito se le advirtió a la comunidad y específicamente a las autoridades competentes, el tener mecanismos de prevención de la posible llegada de Ómicron a nuestra región.
Hoy cuando quisiéramos habernos equivocado, desafortunadamente las cifras respaldan nuestras advertencias.
Desde el 14 de enero a la fecha, el promedio de contagio estaba en 400 contagios por día, aproximadamente. No obstante, ya ayer se presentaron 500 casos.
Hace un año era altamente preocupante que en un solo mes hubiese 500 casos. Hoy, esos casos se presentan en un solo día y no pasa nada.
Hace un año había una preocupación generalizada, un temor latente y una población ligeramente consciente de la gravedad de la pandemia.
Hoy, no hay controles, las restricciones son pocas y hay la creencia generalizada de que la covid-19 está menoscabada y que Ómicron, no es más que una gripa.
Los científicos todavía están tratando de llegar a estudios concluyentes acerca del fin de la pandemia. Aún no hay unanimidad en los hallazgos. No obstante, la población guajira sigue su vida de manera natural, como si ya se supiese con criterio acerca de la decadencia de la pandemia.
Todo sigue como quedó en el 2019. La gente volvió a los festivales y salieron a compartir en navidad. Mientras los carnavales parecen perder fuerza, la política no da tregua, y pareciera que los intereses de los candidatos están por encima del virus.
¿Y si la permanencia del virus sirve para que haya nuevas cepas: más peligrosas y letales que las anteriores? ¿No será que debiéramos evitar su propagación primero y después sí regresar a la normalidad?
Lo cierto es que la covid-19 sigue viva, y aunque se ha advertido de muchas maneras que debemos guardar las medidas de bioseguridad, todavía parece que no hemos aprendido la lección.