“El amor por los muertos lo heredé de mi papá”, Sonia Bermúdez Robles

Corría el año 1975 cuando en Riohacha se instauraron en el Cementerio Central  las oficinas del Ministerio de Justicia, hoy Instituto de Medicina Legal, Sonia Marina con apenas 13 años se inició como auxiliar del doctor Luis Cotes Barros quien estaba al frente de esta lobar.

Sonia Marina Bermúdez Robles una mujer aguerrida a la que muchos llaman ‘loca’ por la incansable labor que ejerce desde su fundación, cuya razón social está enfocada en los fallecidos, sueña como toda mujer ser ejemplo para sus hijos, nietos y la sociedad.

Para Sonia Marina todos los seres humanos son iguales, esa igualdad ella la resume en la muerte porque “seas quien sea todos llegaremos ahí” y es por esta razón que su lucha permanente e incansable es por brindar un digno descanso eterno a quienes padecieron en vida.

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Con siete hijos y 12 nietos, pensionada del Instituto de Medicina Legal, está al frente de la fundación Gente Como Uno, la cual ve como la prolongación de su existencia a través de las huellas que va dejando y el apoyo incondicional que recibe de su familia el cual ha sido devuelto en igual proporción.

“El amor por los muertos nació por parte de mi papá, ya que él fue el primer celador que tuvo el cementerio central, yo me caracterice por ser una niña demasiado inquieta y mientras las otras estaban jugando con muñecas yo me iba al cementerio, viví en carne propia como se sepultaban bajo tierra a los cadáveres que no tenían dolientes”  y así nació su interés particular.

Ya de adulta y con la experiencia de haber trabajado en la realización de necropsias, puso a disposición su labor y un terreno ubicado en el kilómetro 11 en la vía que de Riohacha conduce a Valledupar, ahí ella sepulta dignamente a sus difuntos a quienes brinda una atención minuciosa y dedicada.

Y ese mismo interés ha despertado en sus hijos, nietos y sobrinos quienes la acompañan a las inhumaciones, le ayudan en el aseo y mantenimiento del cementerio y son el cortejo fúnebre de esos tantos difuntos que no tienen quien les acompañe a su última morada.

“Ya todos forman parte de este proyecto, mis hermanos e hijos me dan su apoyo moral que incita a seguir adelante, los más pequeños me acompañan cuando llevo un cadáver en la camioneta, se van los sábados a limpiar y están pendiente siempre de lo que hago, la idea es que ellos sigan el ejemplo y se encarrilen en este propósito”, comenta Bermúdez Robles.

Para ella lo más importante son sus ‘muertos’, tanto que en los días de celebración se va al cementerio le coloca flores y celebra con ellos sus festividades.

“En mis cumpleaños o día de las madres nos vamos a Gente Como Uno ahí llevamos la torta y pasamos el rato, yo soy feliz con ellos, ahí es mi lugar”, comenta sonriente.

Y en un día como hoy en el que muchas tumbas son visitadas por familiares de los fallecidos quienes dejan flores, velas y hacen algunos arreglos, los de Gente Como Uno, donde muchos no tienen quien los visite reciben de manera especial la atención de Sonia quien llena de flores coloridas los nichos.

Esta loable labor, catalogada como única en Suramérica, la ha hecho merecedora en lo que va de año del más alto galardón entregado por la Asamblea Departamental, medalla Luis Robles.

Además ha sido protagonista de reportajes periodísticos de medios de noticiosos internacionales como la BBC News Mundo, El Miami Herald, Televisión Española y medios digitales venezolanos donde han dado a conocer su tarea debido a que en estos últimos meses ha dado cristiana sepultura a los migrantes que han corrido con menor suerte en tierras guajiras.

“Yo no me debo a nadie solo al altísimo porque mi fuerza viene de él y de las bendiciones que me dan muchas madres, esposas e hijos de esos muertos a quienes he ayudado, son ellos quienes me agradecen y es por ellos que seguiré adelantes”, señala Sonia Marina.

Para esta mujer afrodescendiente con temple aguerrido, de carácter firme y amplia sonrisa la vida no termina con la muerte sino con el olvido y es por esto su lucha para que nadie viva el olvido de sus familiares y de las entidades ya que muchos de sus muertos han vivido como si no existieran, “y si ya han sufrido en vida por los menos una sepultura digna se merecen”, puntualiza.