Los hampones fueron pacientes y esperaron en las sillas de la casa de la cultura. Diagonal ( de amarillo) tenían la carta.
Los hampones fueron pacientes y esperaron en las sillas de la casa de la cultura. Diagonal ( de amarillo) tenían la carta.
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Aunque la suma de dinero hurtado no se ha establecido con precisión debido a lo hermético que han sido los afectados, lo cierto es que, fue un monto interesante según dijeron vecinos del lugar que conocen el movimiento que allí se registra cada día por el volumen en las ventas.

El robo, cometido por cuatro antisociales que se movilizaban en dos motos, fue materializado en la mañana del lunes de esta semana cuando despuntaba diciembre y se venía de un movido fin de semana.

Los facinerosos que previamente habían estudiado el asalto, se apostaron en las bancas de la Casa de la Cultura sobre la calle 14 con carrera 11, donde esperaron pacientemente hasta que los encargados del establecimiento conocido como La Carta, donde se expenden productos comestibles, pollos, cárnicos entre otros de avanzada preparación e importados, llegaran.

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En momentos en que abrieron las rejas y las esteras, dos de los hampones se abalanzaron armados contra los dueños de las llaves y procedieron a llevarse el dinero y algunos objetos de valor mientras sus cómplices con motos encendidas los esperaban para huir a toda velocidad.

Los comerciantes han manifestado que el gobierno ha sido débil con el mototaxismo y que las autoridades muy permisivas al punto que dejan circular estos automotores en el centro de la ciudad, donde está prohibido.

“Ellos pasan por aquí muy despacio y mirando y uno llama al cuadrante y también llega pero muy rápido y no requisan a nadie así que cuando ellos tienen la oportunidad le caen a uno y lo atracan” expresó el propietario de un almacén de la carrera 12, zona por donde está prohibida la circulación de motos.

El del establecimiento comercial La Carta es solo un botón de muestra de los innumerables robos que a diario se cometen en el comercio de Maicao, algunos registrados en las denuncias y otros no por temor a represalias o porque sencillamente los afectados creen que de nada sirve denunciar y si nunca pasa nada.