En el interior de este centro de odontología habían varios pacientes entre ellos menores de edad cuando ingresó el atracador.
En el interior de este centro de odontología habían varios pacientes entre ellos menores de edad cuando ingresó el atracador.
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Y es que estos ilícitos a mano armada en la ciudad se ha disparado de manera alarmante en los últimos días, luego que se diera paso a la reapertura del comercio en horarios ampliados y se iniciara la nueva normalidad decretada por el gobierno nacional.

La medida para la cual parece no haber estado preparada la ciudad ni las mismas autoridades ha causado más de un dolor de cabeza, ya que las bandas criminales que actúan en la ciudad lo están haciendo a sus anchas y sin el más mínimo asomo de restricción.

Son víctimas de estos antisociales, los almacenes, los puntos de pago, recargas y recepción de encomiendas de las diferentes empresas y el ciudadano de a pie quien debe entregar sus pertenencias entre ellas los celulares ante la llegada de los hampones que intimidan con sus armas y se movilizan en moto por toda la ciudad sin que la Policía los requise, porque solo son requeridos por los agentes de tránsito interesados en inmovilizar las motos para llevarlas al patio para cobrarles los comparendos.

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El más reciente atraco, del que se tenga noticia,-porque generalmente no hay denuncias oficiales-, fue cometido el viernes último en un centro de atención de salud oral en la calle 12 con carrera ocho plena zona bancaria, a un lado de las oficinas de Gases de La Guajira, a pocos metros del edificio donde reside el alcalde Mohamad Dasuki y a escasos 10 metros donde se encuentran varios auxiliares de la Policía que vigilan el banco de Colombia.

Hasta allí, -relató un testigo a La Guajira Hoy-, a las 3:30 de la tarde llegó una persona bastante joven, delgado, mono de ojos verdes y con dificultades para caminar (cojo) quien con un revolver 38 corto niquelado obligó que en el consultorio le entregaran poco más de un millón de pesos que era el producto del trabajo hasta ese momento.

No contento con esta suma, el delincuente obligó a los presentes donde había menores de edad, a que le entregaran sus celulares y otras pertenencias para luego salir raudo y veloz dejando pánico, temor e impotencia entre los afectados.