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Cuatro veces estuvo a punto de morir Ángel Rodríguez Mindiola, su señora Mariluz Acosta Solano sucumbió en el segundo intento y la ahogaron.

Por Clímaco Rojas Atencio
Ochenta y cinco días permaneció en cautiverio Ángel Rodríguez Mindiola, siendo liberado por varios paisanos, quienes se enfrentaron a dos secuestradores; que lo estaban ahorcando con una toalla.
Ese fue el último intento de quitarle la vida. Antes le habían suspendido el alimento para que se murieran de hambre y llevaban cinco días. “Denme comida, para que le vamos a dar comida sí todas forma lo vamos a matar”, indicó Freddy Rodríguez, hermano del secuestrado.
El liberado se encuentra en la capital del país realizándose los últimos chequeos médicos, después de permanecer en una clínica de Riohacha. Freddy Rodríguez, nos contó paso a paso el viacrucis que tuvo su hermano para regresar con vida a la ciudad.
El día martes 6 de noviembre la policía se les metió al rancho, pero lo movieron a unos 200 metros en un sembrado de yuca. Ese día en horas de la noche, Rodríguez Mindiola, dice que escuchó a los miembros de la Policía que lo llamaba, pero no podía hablar porque los tenían apuntando con un arma de fuego.
Cuando la policía se retira del lugar deciden asesinarlos y se lo llevan para un pantano denominado Karazua, que según los vecinos es muy ancho y tiene más de un kilómetro de largo.
A Mariluz Acosta Solano le pusieron una toalla en la cabeza, la metieron en el pantano, y la ahogaron. Lo mismo, querían hacer con Ángel Rodríguez Mindiola, que oponía resistencia “Colabora, colabora, que se dejara ahogar, entonces como no lograban su objetivo, le envolvió con una toalla la cabeza le pegó un tiro y dejó por muerto”.
Rodríguez Mindiola, quedó tendido a la orilla de la laguna. Tiempo después despertó moribundo, y en medio de la oscuridad tocó las piernas de su amada dentro del agua, se dio cuenta que efectivamente estaba ahogada y se internó durante dos días en el pantano.
La necesidad de comida lo obligó salir y observó el cuerpo inerte de Mariluz fuera del agua. Para alimentarse comía gusanos congolochos e insectos. Al observar un indígena que caminaba por el sector, le pidió auxilio y, le ofreció plata y el indígena no le creyó.
El secuestrado le insistió que sí tenía dinero y el indígena le dijo que iba a buscar los soldados que estaban cerca. Pero Rodríguez Mindiola desconfió del nativo y se escondió. Segundos después el indígena wayuu, regresó con dos hombres, los secuestradores; quienes se cansaron de buscarlo y después desaparecieron del lugar.
El domingo 11 de noviembre en horas de la mañana, observó a una mujer wayuu que transitaba por el sector y le gritó auxilio; esa voz, también la escucharon los secuestradores; quienes la siguieron. Ellos estaban decididos a matarlo ahorcándolo con una toalla y ella a defenderlo.
Salió corriendo y pidió ayuda a los vecinos del sector quienes vinieron con machetes y palos, se lo quitaron y lo pusieron a salvo nuevamente. Simultáneamente, otra paisana salió a la carretera y ubicó una patrulla de la Policía que atendió el llamado y lo trajeron a una clínica de Riohacha.