En una noche oscura y fatídica, este jueves, la alegría de dos familias guajiras se apagó de manera abrupta y dolorosa. Dos empleados de la multinacional Cerrejón, quienes habían salido de sus hogares con la esperanza de retornar, encontraron en el asfalto del sector de Don Diego, en jurisdicción del departamento del Magdalena, el fin de sus vidas. Jhoeiner Rafael Bermúdez Ibarra, de Riohacha, y Kevin Andrés Loaiza Peláez, de Barrancas, pero radicado también en la capital guajira, no regresarán a casa.
Un viaje con destino incierto
El día había comenzado como cualquier otro, con un propósito: cumplir con citas médicas en la ciudad de Barranquilla. Ambos habían planificado su regreso temprano, anhelando volver pronto al calor de su tierra, pero el destino tenía otros planes.
Un leve retraso en sus diligencias los hizo partir más tarde de lo previsto, y quizás fue esa prisa, ese afán de llegar rápido a casa, lo que selló su destino. Un amigo cercano y compañero de Cerrejón quien también se encontraba en Barranquilla, es pidió que lo esperaran para regresar juntos, pero decidieron continuar el viaje solos, creyendo que no había tiempo que perder.
La tragedia en la carretera
El reloj marcaba cerca de las 8:00 de la noche de este jueves, cuando la tragedia los alcanzó. Las primeras versiones del accidente relatan que dos tractomulas cerraron el paso del vehículo en el que se transportaban. Intentando evitar una colisión mayor, el conductor, en un acto desesperado, salió de la vía, lo que ocasionó que el carro sufriera desperfectos. En el caos, una de las llantas explotó.
Cuando el conductor intentó retomar la carretera, embistió un camión por detrás. La magnitud del impacto fue tal que no hubo tiempo para el rescate: la muerte llegó de inmediato, llevándose consigo dos vidas llenas de sueños y responsabilidades.
Dolor en el aire
El eco de la noticia recorrió rápidamente La Guajira y el Magdalena. Compañeros de trabajo, amigos y familiares no podían creer lo que había ocurrido. Algunos, incrédulos y llenos de angustia, se dirigieron al lugar del accidente para intentar comprender el horror de los hechos. Otros, con el corazón apesadumbrado, se dirigieron a Santa Marta, donde los cuerpos de los infortunados fueron llevados para la respectiva necropsia.
La fría madrugada del viernes vio a familiares y amigos partir hacia la capital del Magdalena, con la misión dolorosa de reclamar los cuerpos y traerlos de vuelta, aunque esta vez, la llegada sería diferente: en lugar de abrazos, solo habría llanto.
Un vacío imposible de llenar
Jhoeiner Rafael Bermúdez Ibarra, un hombre querido y respetado en Riohacha, deja atrás a tres hijos que ahora deberán enfrentar el vacío de su ausencia. Era hijo de Rafael Bermúdez y Olga Ibarra, y sobrino del dirigente político Eriberto Ibarra Campo. Por su parte, Kevin Andrés Loaiza Peláez, de Barrancas, estaba casado con Margareth Zubiría y también dejó tres hijos. Sus padres, Gabriel Loaiza y Stela Peláez Cerchar, enfrentan hoy el dolor inconmensurable de perder a un hijo.
La partida de Jhoeiner y Kevin no solo deja a sus familias sumidas en el dolor, sino también a toda una comunidad. Ambos eran trabajadores ejemplares, padres dedicados y amigos leales. Su ausencia deja un vacío imposible de llenar, un silencio que resonará por siempre en las vidas de aquellos que los conocieron.
El luto de una región
Mientras sus cuerpos son traídos a casa, La Guajira llora. Llora por dos hombres que partieron demasiado pronto, por dos historias que quedaron inconclusas en una carretera que nunca debió ser su final.