La Península no solo es una frontera que reúne diferentes comunidades, sino también una que ha permitido a todas estas converger a través del cultivo de los melones como oportunidad económica.
Colombia se caracteriza por la resiliencia de su gente y este es el caso de la comunidad indígena, indígena retornada, migrantes, retornados y víctimas del conflicto, fue gracias al cultivo de melón como oportunidad económica y de reconciliación, en el municipio de Maicao.
Maicao, una frontera que invita a diferentes comunidades a ser parte de una sola reunión, tanto a las comunidades indígenas colombianas como retornadas, migrantes de Venezuela, víctimas del conflicto, y retornados, a convivir alrededor de la cosecha de los melones como sostenimiento económico y reconciliación entre sí.
“Como líder me siento bien, trato de hacer las cosas enfocándome en mi comunidad, más allá de ser líder de los campesinos, sino también líder del comité afrodescendiente. Sacar adelante la comunidad a través del trabajo del campo’’ Ylse Lozano integrante del Consejo técnico operativo de Atnamana.
Además, buscan resaltar la importancia de la memoria e identidad como herramienta de transformación y crear agentes de cambio inspirados en cuatro pilares: Confianza, Respeto, Empoderamiento y Diálogo.