El mercado público de Riohacha, el que debe ser el único mercado pero no lo es, pues en el Distrito existen dos mercados uno ‘Nuevo’ y uno ‘Viejo’; puedo compararlo como una batalla mercantil buscando un ganador, teniendo en cuenta, que la ubicación es la clave de la victoria.
Hablando del nuevo como lo han denominado durante sus años de existencia, se puede decir que es el mercado del ‘olvido’, una plaza en la que abundan las ganas de salir adelante de cada vendedor informal, la intención de llevar el sustento diario a sus hogares, es lo que mantiene en pie a este lugar.
Pero no se puede pasar desapercibido que el descuido y desinterés de más de un mandato, ha logrado que sus clientes prefieran no mercar y con los supermercados y súper tiendas han desvalorizado lo que por muchos años ha mantenido el comercio de productos de la canasta familiar de primera necesidad, vestimentas, calzados, artesanías, papelería, farmacia, ferretería, entre otros.
Tristemente se ha ido acabando, más aún porque no tiene defensor alguno, en sus pasillos encontramos personas de bien con ganas de mejorar su calidad de vida y las de sus familias e incluso en algunos casos encontramos jóvenes profesionales, hijos de los pequeños comerciantes que los sacaron adelante con su empleo en este lugar, y que luchan día a día para que sus negocios en los locales no se vengan abajo con tanta competencia; sí, la competencia es buena en igualdad de condiciones, pero no es así, sino tiburones con peces en el agua…
El desarrollo en nuestra ciudad es un tema de gran importancia que nos beneficia a todos, pero sería muy interesante pensar en el desarrollo equitativo, pensar en los pequeños comerciantes, esos que se hacen llamar informales; pensar en sus pequeñas empresas, en las necesidades que tienen y contribuirle en su actividad económica en el ‘mercado público de Riohacha’ como motor de desarrollo económico de esta región no solamente para los comerciantes, debido que este sitio es la clave de los programa de gobierno en los vendavales politiqueros, perdón, política de gobierno.
Hacen falta políticas públicas que engranaje el sentido de pertenencia entre gobernante y comerciantes para que contribuyan en el fortalecimiento socioeconómico en el desarrollo del Distrito facilitando vender la interculturalidad en especial las artesanías wayúu, arhuacos, wiwa, inga, afro, entre otros; a Colombia y al mundo por medio del turismo que llega durante todo el año.
El mercado público, después de las entidades estatales-privadas es la fuente de empleo de este territorio, donde se sitúa sin distinción de color, de política, de etnia, de religión, con el único requisito de personas impulsadoras, valientes y esforzadas para mostrar lo mejor cada día, a pesar que no hay una organización con proyección de mejora que recuperen cosas que se han perdido con el tiempo, como es el matadero, la sección de las carnes, la sección del pescado y mariscos, los módulos A, B, C,; la falta de control en pesos y medidas, precios de productos en la compra-venta; entre otros.
En estos momentos de pandemia que nos azota a nivel mundial ha sido de gran preocupación para nuestros comerciantes, debido que todos los negocios fueron cerrados y quienes viven de su actividad comercial no saben qué hacer, hay quienes están desesperados por sus deudas que no dan espera, además hay responsabilidades por cumplir, y su gran interrogante es ¿será que todo volverá a la normalidad? Hay miedo y zozobra por todo este tema, pero más por los resultados que han obtenido al no poder abrir sus negocios y más aún porque se sienten en abandono completo al no recibir apoyo ni voz de aliento por parte de los mandatarios nacionales y locales.
Para finalizar es relevante tener en cuenta que “La disciplina fortalece la planeación y la planeación fortalece el desarrollo” un mercado publico planificado es un mercado desarrollado.