El delito del secuestro

Por Antenor Durán Carrillo

En el secuestro y asesinato de Mary Luz Acosta Solano, sus  captores dejaron en su cuerpo marcadas huellas de su odio y crueldad.

Solo Dios conoce hoy los verdaderos autores, las motivaciones y antecedentes del execrable  crimen, pero ningún crimen es perfecto.

Es cierto, que muchas veces es poco lo que los humanos podemos hacer ante tanta barbarie manifestada por quienes llenan de dolor y sangre nuestra querida tierra, pero en el caso de Mary Luz Acosta le queda a su familia de conocida tradición pacifica aceptar  su dolorosa muerte con las plegarias al supremo de que la acoja en su santo reino.
Que la justicia humana brille identificando los verdaderos responsables y que estos arrepentidos paguen por los males causados a  sus hijos, a familiares, a la sociedad guajira, a las mujeres de Colombia y a las mismas personas  indígenas que no permitieron la colaboración  con los criminales y secuestradores para quitarle la vida también a Ángel Ramón Rodríguez Mindiola, que fueron violentadas y asaltadas en su propia comunidad  al parecer con el apoyo de unos pocos.

A pesar de que con su muerte lograron arrancarla de su entorno familiar y social,  es muy cierto que no pudieron  acallar las voces de rechazo de los medios de comunicaciones del departamento y la región Caribe, ni la de sus familiares y líderes cívicos, religiosos y políticos que vehemente pedimos su libertad. 
Pero especial reconocimiento tenemos que hacer al trabajo tesonero de las autoridades encabezadas por los Comandantes del Ejército del Batallón Cartagena el coronel Venegas y de la Policía, el  coronel Velasco por su labor de inteligencia.  Igualmente al Gobernador y al Alcalde de Riohacha que respaldaron una de las más concurridas manifestaciones de solidaridad y rechazo a los violentos en esta ciudad, donde la participación multitudinaria de jóvenes, mujeres, colegios, comerciantes, líderes de barrios y  amas de casas caminaron para pedir su libertad y la de Moisés Henríquez Gómez que todavía sigue secuestrado lamentablemente.


Los que dolorosamente  han tomado ese camino del secuestro deben saber lo que este delito representa para la sociedad, para el derecho nacional e internacional  que hoy lo considera como el más abominable de los delitos, el más inhumano, el peor y considerado de lesa humanidad, el más rechazado por la civilidad del mundo. Tipificado en las leyes, en lo códigos penales drásticamente con largas penas y  en las constituciones del mundo, pero sobre todo este delito desafía el poder inmenso de Dios, por su atrocidad, por su humillación a la dignidad y al respeto,  porque además le quita al hombre lo más preciado y por lo que siempre ha luchado, su libertad. 
Por ello, quienes en la  guajira tienen secuestrados a Faisal  Guevara y a Moisés Henríquez Gómez y a  otras personas debieran tener un verdadero acto de constricción y  reflexión por nuestra tierra, por sus propios hijos y familia,  que los lleve a pensar que país y que sociedad quieren  para ellos y para nosotros mismos, si hacemos cenizas nuestra propia casa, si prendemos fuego a las enseñanzas y valores de nuestros mayores que con tanto esfuerzo nos orientaron y enseñaron que el que crea viento, siempre recogerá tempestades, donde quedan esos recuerdos de los profesores que abnegadamente a todos nos repetían que  la violencia, siempre genera mas violencia, que el dolor y los males que hacemos injustamente a otras personas también en esta  vida la recibiremos nosotros mismos. Que finalmente nos podemos equivocar, pero es de humano levantarnos y corregir para seguir adelante, que las palabras enseñan, pero el ejemplo arrastra.

La sociedad guajira sigue esperando después de la amarga y dolorosa experiencia de Mary Luz y Angel Ramón Rodríguez, que todos los secuestrados regresen prontamente sanos y salvos al seno de su familia, por eso no  han cesado las oraciones, clamores y voces de solidaridad para  el ex concejal y  empresario amigo Moisés Henríquez Gómez, a quien esperamos  para que siga generado trabajo y progreso a esta su tierra, para que regrese al seno de su familia y con la sencillez que le caracteriza reciba el abrazo de año nuevo con la misma sonrisa noble que siempre lo acompaña.

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