Corría el año de 1984, el departamento de La Guajira estallaba en júbilo, se avecinaba una época de Oro, se estaba atento a los noticieros locales y nacionales, los periódicos de la región y del orden nacional se vendían como pan caliente, por fin, la International Colombia Resources Corporation-Intercor, filial de la Exxon, se alistaba para la explotación en firme y continua, de la zona Norte del Cerrejón.
Los pocos profesionales, bachilleres y multitudes de jóvenes estaban ansiosos, se veían optimistas para presentar las hojas de vida en esa gran empresa llamada ‘Cerrejón’, un consorcio formado hoy, por las multinacionales BHP Billiton, Anglo American y Glencore, siendo una de las minas de carbón a cielo abierto más grande del mundo.
Aquellos que lograron ser empleados de la mina, sus vidas les cambiaron, contratos a términos indefinidos, salarios bien remunerados, prestaciones sociales con amplios beneficios que, hicieron de ellos, los nuevos acomodados de los pueblos o ciudades de La Guajira, e incluso, de los demás departamentos de la Costa Caribe.
Empezó la danza de los billones que, entraron a las arcas de la nación, departamento y alcaldías de los municipios que arropaba la mina, pero que, nunca se vio reflejada en beneficio de los wayuu, las altas tasas de mortalidad de los niños de este clan, las condiciones paupérrimas en que cohabitan y la indiferencia de los gobernantes para mitigar sus necesidades básicas, son notorias, hasta hoy.
A punto de completar cuatro décadas de funcionamiento, donde han cambiado las condiciones laborales arriba citadas, la euforia desapareció desde hace años, las regalías fueron objeto de magia, hoy dicha mina es, una empresa más, común y corriente para los trabajadores, pero sigue entregando una considerable suma entre impuestos y regalías, donde no asoman las inversiones locales y del nivel departamental.
Recientemente, fueron despedidos unos trabajadores de la mina, situación que motivó a un grupo de ellos, a obstaculizar la vía férrea, por donde pasa el tren carbonero, exigiendo el reintegro, enfrascándose, en una causa según ellos lógica, que motivó igualmente, a la administración del complejo, la suspensión de más de 7000 contratos laborales, hasta tanto, se lograra mediante concertación despejar la vía.
En la fecha, están en diálogos, despejaron la vía, pero considero, es un mal precedente, partiendo que, la bonanza del carbón ya pasó, hoy, es más costosa la extracción del mineral, me atrevo decir, que están en ‘la repela’. Existen minas en otros países que, llaman la atención de los socios del consorcio del Cerrejón, por lo que, se debe tener cuidado, “se pueden quedar sin pan y sin el queso”.
De la premisa anterior, se puede concluir que, aquellos extrabajadores protestantes que, exigen un reintegro bajo ‘las vías de hecho’, están dando pie, para cuando haya otros despidos, se corra con el mismo ejemplo, a sabiendas que, si ellos expresan: “fuimos retirados del cargo injustificadamente”, es por las vías legales que debe definirse si tienen o no razón.
Considero, deben procurar que se extienda un poco más los años de la explotación minera, se inviertan los recursos de regalías en grandes obras, principalmente, para la población wayuu, téngase en cuenta que, los socios de la mina son extranjeros, capitalistas, en cualquier momento pueden redirigir sus objetivos y cerrarla por completo. Dios quiera que no, pero si el niño es llorón, ¿la mamá para qué lo pellizca?