Los héroes de cada esquina

Alejandro Rutto Martínez
Alejandro Rutto Martínez
Periodista, administrador de empresas, docente catedrático. Ha desempeñado cargos públicos. Actual secretario de Hacienda municipal . Ha publicado 7 libros y ha ganado en dos ocasiones el Premio Cerrejón de Periodismo.

Corría el minuto final del partido entre Chile y Colombia en el estadio de Santiago y Colombia perdía 2-1 un partido importante en las eliminatorias sudamericanas. Los dirigidos por Queiroz habían tenido pasajes muy buenos y otros menos afortunados que lo tenían a punto de perder el partido. Fue entonces cuando Falcao García finalizó con éxito una jugada colectiva y envió el balón al fondo de la red para decretar el empate.

No era la primera vez que el goleador terminaba como héroe de un partido. De hecho es el máximo anotador de la selección nacional. Pero la alegría es pasajera, tanto como la gloria o las nubes que pasan veloces sobre el cielo de una región desértica, tan pasajera como las estrellas fugaces que irrumpen por unos pocos segundos en la inmensidad del firmamento.

Al día siguiente del partido todos nos encontramos con la cotidianidad y las necesidades de siempre: alimentos, medicinas, agua, servicios públicos. Es cuando vuelven a la escena los héroes anónimos de todos los días: campesinos que le ponen el rostro al sol y sus manos endurecidas a las herramientas de trabajo.

Las enfermeras y los médicos que desde la primera línea de combate se enfrentan a las enfermedades; los trabajadores de las empresas de servicios públicos que barren las calles para dejarlas limpias, suben a los postes para reinstalar el servicio de energía o bajan a huecos y zanjas para instalar tuberías.

De ellos nadie sabe nada. Ni el nombre, ni el apellido, ni quién es su familia ni en qué equipo debutó, ni quién fue la persona que descubrió su talento.

No dan entrevistas a los periódicos ni hay estadígrafos que sigan su carrera para documentar, por ejemplo, cuántas hectáreas de maíz sembró, cuántas toneladas recolectó y cuántas horas permaneció de pie en el campo para lograr el objetivo de traer al mercado los alimentos que la gente necesita. Nunca aparecerá en las portadas de las revistas ni le pedirán autógrafos en las calles.

Tampoco acumularán riquezas ni aparecerán en la lista de “los campesinos mejor pagados del momento”. Sus pagos son reducidos y, en el caso de los campesinos, deben enfrentarse a las circunstancias azarosas de su profesión: a veces siembran y no llueve, otras veces llueve demasiado, en ocasiones se enfrentan a una plaga despiadada o a gigantescas bandadas de pájaros hambrientos interesados en ser comensales no invitados al festín de los granos.

Si nos referimos a quienes barren las calles tendremos mucho qué decir, por ejemplo, que su labor se nota más cuando no la hacen; que al lidiar con los desechos de la sociedad están expuestos a enfermarse o sufrir graves accidentes laborales, a ser despreciados o, al menos subvalorados por ciudadanos que pasan a su lado y ni siquiera los saludan.

En fin, la humanidad tiene los reflectores puestos en las grandes figuras. En los poderosos músculos y en la habilidad asombrosa de los deportistas y su virtud para hacer malabares con un balón, o para pedalear con fuerza y coraje o para golpear a su oponente hasta dejarlo fuera de combate.

Esos mismos reflectores apuntan hacia las celebridades de la farándula y de otras áreas de interés en que los protagonistas cuentan con una gran consideración de parte de los medios de información y de sus admiradores.

El imaginario colectivo no tiene tiempo para dejarse deslumbrar por lo “normal” de cada día. Sólo que en ocasiones nos avisan que los alimentos escasean, que ciertas enfermedades son difíciles de combatir, que algunos servicios públicos no son prestados y entonces…es posible que reflexionemos sobre la importancia de quienes hacen posible esa frágil normalidad. 

Hoy queremos hacer un reconocimiento a los héroes anónimos, como los campesinos que luchan contra el flagelo del hambre; los profesionales de la salud que enfrentan en primera línea a la enfermedad; como a los trabajadores de las empresas de aseo que dejan a la ciudad reluciente. Como las mujeres que se hicieron fuertes y derrotaron el cáncer de mama.

Para todos ellos y para todas ellas mis respetos y mi reconocimiento.

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