¿Por qué es tan difícil?

Manuel André Romero Valverde
Manuel André Romero Valverde
Abogado universidad Libre de Colombia. Ha laborado en la Rama Judicial y asesorado en temas administrativos a diferentes entidades públicas a nivel nacional. En estos momentos, es litigante de asuntos civiles y públicos

Cultura ciudadana, uno de los bastiones de la sociedad moderna, no ha salido a relucir en estos últimos tiempos. Cada vez son muchos los casos donde predomina el interés de cada uno sobre el colectivo, y si debemos progresar, es algo que debemos corregir.

Al leer dicho encabezado, usted pensará que este es el típico sermón que a diario se nota en las noticias. Sin ser reiterativo, más allá de nuestros principios y valores particulares, debemos ser claros a la hora de definirnos como comunidad, porque si no seremos una sociedad en donde solo reinará la indiferencia.

Riohacha es un Distrito Turístico, cuya percepción es ‘hacer lo que quiero’. Hemos presenciado con el pasar de los años a una comunidad apática a situaciones complejas como el uso y disposición de basuras, la conservación de monumentos históricos y de lugares de expresión cultural como los parques, las calles y avenidas emblemáticas como ‘la Primera’ o ‘la Ancha’, y eso sin contar hechos sucedidos durante estos meses de pandemia.

Curioso que hablemos de progreso todos los días en nuestra vida cotidiana siendo indiferentes. Cuando tomamos café, en la oficina, en nuestras casas, hasta estando solos, pensamos en ello. Pero esto no implica hacer lo que queramos, sino en aplicar normas sociales que nos enseñan desde pequeños y que son muy esenciales como el respeto hacia los demás y a lo que tenemos.

Es algo tan básico y esencial que no lo aplicamos. ¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil respetar? Una posible respuesta sería los continuos problemas que tiene una persona; ya sea en su círculo familiar, laboral o social; y en su afán de desquitarse o sentir alivio consigo mismo, tiene este tipo de comportamientos.

Otra respuesta que encuentro es la sensación de “libertad y restricción” que genera un lugar. Si estás en Bogotá, por ejemplo, en ‘parranda’, llevas muchas personas que ni siquiera son tu familia y que son fuente de contagio, siempre llaman al administrador de tu conjunto o a la policía, y atestiguan contra ti en un posible proceso sancionatorio, sea en el edificio o en la inspección; todo porque piden respeto. Esta es la sensación de restricción.

La otra cara de la moneda la vemos aquí. No solo festejamos estas acciones, sino que las apoyamos y hasta nos entristecemos cuando no se lleva a cabo. Ejemplos de esto, son las continuas fiestas que se arman, donde se invitan a muchas personas que no son de la esfera familiar, a sabiendas de que estamos en emergencia sanitaria y que es un peligro inminente contagiarse. Esa es la sensación de libertad, en donde a nadie se le dirá nada.

No debemos ser egoístas, pensemos en el daño que podríamos hacer si persisten estas conductas. Han pensado, por ejemplo,¿a dónde se dirigen los vehículos de tracción animal con las basuras que ustedes les depositan? ¿A quiénes afecta? Si por ejemplo vienen turistas a esta ciudad, con magnificas referencias, y encuentran monumentos sucios y mal cuidados, llenos de grafitis y orines, ¿les quedarán ganas de venir nuevamente?

Y en dado caso que no presten atención a estas preguntas, ¿Se han puesto a pensar si esto ocurre en su hogar? ¿Qué pasaría si un buen amigo suyo tira basura en la sala de su casa? O mejor, Si usted está departiendo con sus amigos sin tapabocas y con el pasar de los días sale algún contagiado por covid-19, por ejemplo, ¿A quién le echará la culpa? ¿Al alcalde? ¿Al Gobernador?

Claro que debemos avanzar, pero debemos sembrar valores para cosechar sus frutos. Entendamos que el progreso, tan anhelado hasta la utopía y que mucho insistimos a nuestros gobernantes, no solo sale a relucir en obras públicas, sino también en nuestros valores como seres humanos que debemos aplicar por el bien y el avance de nuestra comunidad.

Los riohacheros somos conocidos como gente pujante, que no le tenemos miedo a los grandes retos. Por ello, amigas y amigos, es hora de mirar a nuestro Distrito como nuestro verdadero hogar, y que debemos proteger. Esto es sentido de pertenencia: El orgullo de decir que somos riohacheros, que nuestra ciudad se respeta, y que debe ser nuestro reto como comunidad su cuidado.

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