Qué paso ayer, ¿qué será mañana?

Néstor José Monterrosa López
Néstor José Monterrosa López
Abogado, especialista en Derecho Público, docente universitario, servidor de la Procuraduría General de la Nación por más de 15 años, actualmente Asesor de Planta en la alcaldía Mayor de Cartagena de Indias.

Recuerdo las expresiones de un profesor cuando nos recalcaba, que resulta importante en el contexto de la educación, atesorar los momentos y experiencias que en el entorno académico se puedan tener, en tanto ello seguramente determinará, nuestros rumbos de vida, no solo por la formación, sino porque allí estarían los elementos que formarían nuestro carácter.

De hecho, quizás en algunos casos la compañía de nuestro futuro, por esas casualidades, que no por ocasional, es menos poderosa y más duradera. Así nuestras predicciones en la Universidad se encontraban expuestas a discurrir académicos y de amigos.

Dichas palabras me han permitido evocar en cuerpo ajeno una de esas experiencias, con el final propio de una canción que, entre juegos e intenciones, sin quererlo terminan llevándote a conclusiones impensadas.

Es la Historia de un reciente amigo a quien llamaré E, y cuyo ambiente nos lleva al 2003, quien, con amigos universitarios, entre letras y aulas atiborradas, disfrutan de los placeres de fiestas, y experiencias competitivas de notas y amores.

E, en las lecciones de alguna asignatura en la carrera de Ingeniería Ambiental, en la universidad de La Guajira, originario de otra ciudad caribeña; por otro lado, nuestra protagonista es del sur de La Guajira, San Juan, cuya belleza según me han comentado destaca con propiedad.

Nuestra amiga llamada Julia, igual al del personaje en el libro al que suelo recurrir en las madrugadas de esta pandemia.

E típico hombre que entre academia y licores, disfruta de los placeres de una época maravillosa, donde destaca como mayor elemento a conservar, la soltería, esa que le permite estar de lugar en lugar, y de posibilidades múltiples de selección para una pareja, por ello se cuida de ser atrapado, “Dios me libre de eso”, indica, “con tantas opciones, es bueno darse tiempo y libertad”.

Julia, una Sanjuanera, que además de ser digna de contemplación como expresa la canción, es de difícil carácter, lo que llama a tener cuidado con ella, de hecho, E, en lo absoluto la había tenido entre sus posibilidades de amor, seguramente por los antecedentes de dominio y limitación sobre sus antiguos novios.

En una de esas tantas fiestas que se diseñan en el argot universitario, donde el trago barato es causante de locuras. A dicha reunión acudió nuestro amigo E, pero también la belleza Sanjuaneara. En ella además algunos amigos de ambos, debo destacar que E y Julia se conocían, y se podría decir que eran buenos amigos, como entre quienes se conocen y saben y advierten un hecho imposible.

Luego de algunos tragos, por no decir todos, entre los amigos de E, resalta a alguien que confiesa entre ellos, el amor que siente por Julia, y que hoy lo confesará, a lo que E, en un tono además de embriagado, desafiantemente le dice “pilas, porque sino yo la enamoro, yo si se como quitarle ese carácter” a lo que todos rieron, imaginando cualquier cosa menos una unión entre ellos dos.

En tarde de sábado, con un despertar somnoliento, sin recordar mayores detalles de la noche anterior, la casera de la pensión, le ha indicado “vé procura lavar ese baño, tú si no aguantas trago para qué bebes”, y remata “procura contestar ese celular, una tal Julia no ha parado de llamar”.

Una alarma muy lejana en su cabeza quiere decirle algo, no da mayor importancia, y se reniega por volver a tomar ese trago del carajo.

Finalmente atiende la llamada de Julia, y esta le indica “mira tú E, que nadie me cree que tengo novio” a lo que el anota bajo una risa, chocada por un dolor de cabeza, “jajajaja me imagino con esa fama”, luego de lavar el baño, vuelve a los brazos de Morfeo.

Domingo, con más ánimos que el día anterior, entre una sopa de Chivo y la curiosidad de un chisme, le marca a Julia, no puede esperar por “mamarle” gallo a ese afortunado, ante la pregunta de E, Julia solo atina a decir “Eres tú Bobito”.

El teléfono cae, como quien sabe que acaba de cometer un acto sancionado por el Estado, y que por ello será castigado toda su vida, no recuerda el sabor de la sopa, solo una borrosa imagen del viernes que lo ubica dando un beso a Julia, y exclama “mira tú esa vaina”.

Septiembre de 2020, mismo medio, una llamada, pero de una Sanjuanerita de 6 años, que le reclama venir, recordándole que si no está, ella no puede dormir, se despide de la reunión, en su camino recuerda con una sonrisa de quien cree haber cometido un error, y hoy se da cuenta que ese viernes marco la maravilla de su vida.

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