Arriba el reverendo Padre Jefferson De Jesús Ariza Ojeda, nativo de Maicao (La Guajira), el mayor de 5 hermanos, a sus primeros 5 lustros de consagración al sacerdocio, durante los cuales su labor pastoral lo ha llevado en romería a su ejercicio en los municipios de Manaure (1999), adscrito a la Parroquia Santa Rita de Casia, en donde se inició; en Barrancas, a la Parroquia San José; en Riohacha, en donde administró la Casa Pastoral de la Diócesis, en donde se granjeó el afecto y la simpatía de sus feligreses, los cuales se consolidaron cuando se puso al frente de la Parroquia Santísima Trinidad, para asumir más tarde la enorme responsabilidad que significaba para él ponerse al frente de la parroquia Catedral Nuestra Señora de los Remedios.
Y desde el 10 de marzo de 2018, cuando retornó diez años después, a su natal Maicao para pastorear el rebaño de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, se hizo el propósito de demostrar que también se puede ser profeta en su tierra y a fe que lo está logrando, gracias a su consagración, entrega y tenacidad, forjadas en su trasegar a lo largo del periplo de su apostolado. El mismo que ya lo había acogido en los inicios de su ya largo peregrinaje en la Parroquia San José durante los años 2002 – 2008, dejando una huella profunda y desde entonces es recordado gratamente por su proyecto de evangelización Gaudium, que lo llevó a incursionar en los medios en procura de difundir más profusamente el Evangelio. Bueno es recordar esta etapa de su Ministerio sacerdotal, porque bueno es saber que el hoy Padre también fue Sacristán.
Se formó como Sacerdote en el reconocido Seminario Nacional Cristo Sacerdote, en alabanza del sacerdocio de Cristo, ubicado en la Ceja (Antioquia), el cual ha forjado en sus 65 años de funcionamiento un número superior a los 1.500 egresados, constituyéndose en una de las principales canteras de clérigos al servicio de la Iglesia católica universal. A él debe el Padre Jefferson el haber cumplido el sueño que desde sus años mozos lo condujeron a su encuentro cercano con Dios, para ponerse a su servicio y al de su pueblo. Él, que es una persona, además de afable y bonachón, agradecida, no olvida cuanto significaron en su carrera sacerdotal los sabios consejos y los auspicios tanto del Padre Jesús Darío Vega Plata, como de Monseñor Hernando Jesús Martínez Orozco (qepd), quienes además le sirvieron de guía espiritual.
Su talante, su jovialidad y empatía han sido su arma secreta para persuadir cuando se trata de persuadir o disuadir cuando se trata de disuadir, a través de sus prédicas, siempre sustentadas en su sólida formación clerical, para encarrilar a sus fieles por la senda del bien y el bienestar. Es proverbial su capacidad oratoria cuando desde el púlpito se dirige a quienes, ávidos de escucharlo, siempre reciben de su parte mensajes aleccionadores, alentadores, cargados de optimismo y siempre estimulantes de la fe en Dios y del culto a los santorales de nuestra iglesia católica que le sirven de intercesores.
Nos contamos entre quienes admiramos su esmero, devoción y dedicación a los preparativos de la celebración y en no pocas ocasiones concelebración de la Eucaristía, siempre que se trata de festejar las festividades con las que renovamos el culto a quienes gracias a su vida ejemplar y ejemplarizante han sido elevados a los altares, con distintas advocaciones de su santidad.
La llegada a la diócesis de Riohacha, al servicio de la cual está, como su quinto Obispo, de Monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, el hijo de Génova (Quindío), hace ya 4 años, significó para él su encuentro con un Misionero como lo es él, tan comprometido como él en la difusión de la palabra de Dios, coincidiendo con su superior eclesiástico en que el sacerdote no existe sólo para celebrar los sacramentos sino que existe para el cumplimiento de su sagrada misión; continuar la senda de los apóstoles, llevando el Evangelio hasta los lugares más recónditos de los territorios y de los corazones del pueblo de Dios.