Voto cantado

Elimenes Brugés Guerra
Elimenes Brugés Guerra
Exrector de la universidad de La Guajira. magister en estudios político-económicos, especialista en administración de empresas, ingeniero industrial.

El voto se considera producto de una decisión autónoma del ciudadano y por eso se le da categoría de secreto para que el elector no reciba influencias ajenas a su acto voluntario; así, se entiende que actuará libremente y sin presiones que puedan alterar su decisión. Por ello también se le asigna un cubículo donde consignar el voto. Solo el ciudadano con su conciencia deben decidir el sentido o las precisiones de su voto democrático.

Lo anterior no obsta para que desde la generalidad pueda un ciudadano como yo, cantar como será su voto, sobre todo cuando sabemos todos cómo se mueve el voto en nuestro país y sus regiones, donde el voto de opinión casi que no existe y donde hasta ahora siempre han ganado las maquinarias políticas que ponen mandatarios y parlamentarios que obedecen a intereses particulares, más que al beneficio de la comunidad nacional.

Tanto el poder ejecutivo como el legislativo, en el país y en sus regiones, se conforman a partir del voto negociado con apariencia de democracia. Todo el mundo lo sabe y lo consiente. Por eso aparecen los empresarios financiadores que una vez pasadas las elecciones exigen y logran mediante contratación pública el retorno de su inversión que a su vez se respalda con burocracia para amarrar los cabos sueltos.

Por ello, la prensa nacional registra diariamente los negociados, las cuotas políticas que aseguran la prevalencia de los grupos políticos y la manguala entre ejecutivo y legislativo para alcanzar sus fines torticeros. Es algo de nunca acabar si seguimos como venimos. Más que el interés de la ciudadanía prima el pago de los favores recibidos en las campañas electorales. Así es a nivel central, y así es en La Guajira, por ejemplo.

De otra manera no se vieran casos tan aberrantes como la elección última de presidentes de Senado y Cámara con el impulso, ni siquiera disfrazado, del ejecutivo en cabeza del Presidente de la República.

La posesionada Presidenta de la Cámara de Representantes solo era reconocida por los antecedentes penales familiares y porque facilitó aviones y pilotos para la campaña Duque Presidente, aviones y pilotos que después han terminado envueltos en negocios de narcotráfico, demostrados por la justicia nacional y la internacional. Pero esas veleidades eran poquita cosa comparadas con el apoyo que había brindado a la campaña.

Y si eso se da al nivel más alto de los poderes públicos, el ejemplo se sigue en las regiones y los electores seguimos impávidos, viendo como se juega con nuestro voto. Por ello, en vísperas electorales me atrevo a cantar las características de mi voto próximo, sea este de carácter regional o nacional.

Como estamos tan mal, es lógico pensar que el voto responsable deberá buscar el cambio. Si los parlamentarios que hemos elegido no pueden demostrar que sus actuaciones han sido lo suficientemente beneficiosas para La Guajira, tendremos que votar por otros. Si no le rinden cuentas al elector, votaremos para que sigan otros. Gente nueva que se comprometa con un cambio en la manera de defender a la región. Si los honorarios de nuestros parlamentarios solo han servido para engrosar sus bolsillos, gracias por su tiempo, pero no se nota que haya que agradecerle otras cosas.

Para las presidenciales toca decir casi que lo mismo. Si el Señor Duque tiene opinión desfavorable de más del 70 % de la población colombiana es porque ha sido inferior a sus responsabilidades. El sucesor por el que votemos será aquel que proponga debidamente el cierre de brechas sociales, una renta básica mínima para paliar necesidades y le de voz y futuro a esta juventud que viene del hambre y la exclusión social. Con eso bastaría para hacer un gobierno digno.

Y para el ejecutivo departamental de La Guajira, el próximo jefe del edificio de la marina, hay que pensarlo mucho. Si en los últimos veinticinco años solo hemos elegido gobernantes que terminan emproblemados con la justicia por diversas circunstancias, es porque nos hemos equivocado más de una vez y esto es imperdonable.

Yo solo votaré por alguno que no esté rodeado por los de siempre, porque es fácil deducir que las malas mañas se pegan. Alguien que haya demostrado, además, que respeta el erario público. Todos debemos estar convencidos que los recursos públicos no son ajenos, son nuestros. Y toca defender lo nuestro, al menos.

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