Para uno de los aspirantes más polémicos, controvertidos y que más comentarios en pro y en contra ha generado en Maicao; uno de sus ángeles es, su primogénita Mónica Lopesierra.
A donde quiera que vaya lo acompaña y no se desprende de él un solo momento y si se distancia por alguna circunstancia, es por pocos segundos sin quitarle la mirada un solo instante.
Y es que ese parece ser su amuleto. Los ojos le brillan cada vez que mira a su papá y si ve que el público le corresponde aún más, como queriendo decir ustedes tienen la razón, ese es un buen hombre.
Ansiosa espera que le presten el micrófono para anunciar las buenas nuevas de su papá, haciéndolo convencida, sonriente, optimista y con un rostro angelical que transmite alegría, ternura y seguridad.
“Soy Mónica Lopesierra, conocida como ‘Kiki’, la primogénita de este señor que tienen aquí al frente” dice con orgullo, presencia y una mirada que inspira seguridad y respeto.
“Me atrevo a presentarme acá ante todos ustedes para darles las gracias, gracias por estar acá, por hacer parte de este equipo de esta familia” dice con alegría, al tiempo que invita a depositar el voto por su papá, convencida de que es un hombre bueno, un hombre de palabra.
“Un hombre que, a pesar de la distancia, por razones que ustedes y todos conocemos, dejo a varios hijos, (somos siete recuerda), lejos de él. Pero en esa distancia nos inyectó el amor hacia este pueblo y a conocer sus necesidades”, afirma convencida.
Según la ‘Kiki’, Santa, como se le conoce al hoy aspirante a la alcaldía, en esa distancia, sufría todas las necesidades de todos los guajiros, por lo que hoy se siente orgullosa de ser su primogénita y crecer viendo todas las necesidades de su amado Maicao.
Mónica asegura que los habitantes de Maicao y sus alrededores jamás se arrepentirán de elegir a su papá como alcalde, porque es la única persona que ofrece una transformación de la ciudad.
Con la misma contagiante sonrisa que llega al escenario se retira dejando una estela de aplausos, no sin antes darle un beso a su papá, con el mismo entusiasmo y amor que se lo dio antes de dirigirse al público que le escuchó atentamente.
