
La asamblea departamental de La Guajira entregó su máxima distinción, la medalla Luis A. Robles, al sacerdote guajiro Jesús Darío Vega Plata, párroco de la iglesia San Martín de Loba en Maicao y una de las voces espirituales más queridas del departamento.
El reconocimiento llegó en una fecha profundamente simbólica: un día antes de cumplir 36 años de ordenación sacerdotal y 36 años de ejercer como maestro en su tierra.
El padre Vega Plata, oriundo de Los Pondores, en San Juan del Cesar, recibió la medalla visiblemente conmovido, agradeciendo tanto a la Asamblea como a la comunidad que lo ha acompañado durante más de tres décadas. Para él, este homenaje fue un gesto que honra “a los seres humanos en vida”, una oportunidad que —como afirmó— le llenó el corazón porque representa el valor que la comunidad le otorga a su labor pastoral.
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Este reconocimiento significa exaltar su trayectoria por ser un sacerdote cercano, un guía que ha caminado con su gente en los momentos más luminosos y también en los más difíciles. Resaltar su capacidad de escucha, su entrega silenciosa y su amor profundo por La Guajira, valores que lo convierten en una figura respetada dentro y fuera del ámbito religioso.
En un mensaje a los guajiros, el padre Vega Plata hizo un llamado a fortalecer el sentido de pertenencia por el territorio. “Invitó a amar La Guajira, a defender La Guajira, a construir La Guajira en los valores éticos, morales, políticos y económicos. Hacer de La Guajira lo que ella es: ‘La Dama’, como decía Hernando Marín. Esta dama que hay que cuidarla y que es donde comienza Colombia. Los guajiros tenemos una misión muy grande: hacer de ella una Guajira grande”, expresó con especial emoción.
Para el presbítero, lo más esencial siempre ha sido el servicio: “El momento más emotivo para nosotros los sacerdotes es la entrega a la comunidad”. Y citando al poeta lírico Horacio, añadió que su felicidad está en vivir cada día con sentido: “Carpe diem. El día lo vivo con la comunidad y le sirvo a la comunidad; esa es mi felicidad”.
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Con orgullo afirmó que los 36 años de su ministerio los ha dedicado por completo a La Guajira. “Nací en ella, le sirvo a ella y muero en ella”, dijo con alegría, dejando evidente que su vocación está profundamente arraigada al territorio que lo vio crecer.
Cabe resaltar, que esta distinción le reconoce su trayectoria religiosa, como también su impacto social, su liderazgo educativo y el legado humano que ha dejado en miles de familias, dejando entre ver que es uno de los pastores que mejor encarna la esencia guajira: nobleza, servicio y amor por su gente.
Con esta condecoración, La Guajira honra no solo a un sacerdote, sino a un hombre que ha consagrado su vida entera a acompañar, orientar y sembrar esperanza en su departamento.






































