Rompiendo las barreras de los convencionalismos

El mundo está llenos de “debes hacer
esto”, que la gente aplica a su comportamiento, sin previa evaluación; y la
suma total de todos estos “debes”, componen una gran zona errónea.
Es muy posible, que te  dejes guiar por una serie de normas y
principios con los que ni siquiera estás de acuerdo; y sin embargo, no seas
capaz de romper con ellos y decidir por ti mismo, lo que te va bien o no te va
bien a ti personalmente.
No hay nada absoluto. No hay normas ni
leyes, que siempre tengan sentido; o que sean beneficiosas para todos, en todas
las ocasiones. La flexibilidad, es una virtud mayor y, sin embargo, pueda que
te sea difícil e incluso imposible, quebrantar una ley inútil o violar una
tradición absurda.
El condicionamiento a la sociedad o
medio cultural, puede ser muy útil a veces; pero, si esto es llevado a un punto
extremo, puede convertirse en una neurosis, particularmente, si el resultado de
esta adaptación a los “debes hacer esto o aquello”, es la infelicidad, la
depresión o la ansiedad.
De esto no se puede deducir ni
tampoco se trata de sugerir de manera alguna, que tu actitud debe ser la del
desprecio o la ley o de romper las reglas, simplemente porque te parece
apropiado en un momento dado.
Las leyes, son necesarias y el orden,
es parte importante de la sociedad civilizada. Pero la obediencia ciega a los
convencionalismos, es algo completamente distinto; algo, que puede ser mucho
más destructivo para el individuo, que el hecho de violar las leyes.
A menudo estas leyes, son absurdas y
las tradiciones, dejan de tener sentido. Cuando este es el caso y tú dejas de
funcionar eficientemente, porque sientes que debes obedecer estas leyes sin
sentido; quiere decir, que ha llegado el momento de reconsiderar, tanto las
normas, como tu comportamiento.
Como dijo una vez, Abraham Lincoln:
“Nunca tuve una política, que pudiese aplicar siempre. Simplemente, trataba de
hacer, lo que me parecía sensato en el momento preciso”. No fue nunca, esclavo
de una política determinada; que tuviera que ser aplicada, en cada caso; aunque
ésta, hubiese sido concebida con esa intención.
Un “debe”  es malsano, cuando se cruza por el camino de
los comportamientos sanos y eficientes. Así, cuando descubras que estás
haciendo cosas desagradables y que no son productivas, debido a algún “debe”,
quiere decir que has renunciado a tu libertad de elección y estás permitiendo,
que te controle alguna fuerza exterior.
En conclusión, un examen, más
profundo y detallado, de este control interno; en comparación con el control
externo de ti mismo, será muy útil, antes de seguir observando estos “debes”
erróneos, que pueden estropearte tu vida y, por lo tanto, impedir tu verdadera
felicidad.
Escribió Lesvia Rafaela Barrios Hernández

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