Amar y ya

Néstor José Monterrosa López
Néstor José Monterrosa López
Abogado, especialista en Derecho Público, docente universitario, servidor de la Procuraduría General de la Nación por más de 15 años, actualmente Asesor de Planta en la alcaldía Mayor de Cartagena de Indias.

¿Cómo nacen las historias? De donde surge la esencia de los detalles que le dan la textura, las palabras, los motivos y personajes, quien le da los colores. El escritor, la pluma y las teclas son el instrumento, pero la sustancia está en la evocación, como Sabina en el infinito anhelo de contarlo todo con los peces de la ciudad.

Esta es la historia de Jesús, quien sin saberlo se despertó ese día en el oculto propósito del destino quien lo llevaría a conocer el amor y lo que iba a ser su color favorito.

Luego de su baño y el desayuno que curiosamente ese día tenía jugo de naranja lo que por disposición de la naturaleza seria el tono que iba a marcar su vida, tomó su guitarra y partió al colegio, a lo que el creyó era una clase más.

Estando debajo de un frondoso árbol recibió un llamado para que en un acto de cumpleaños tocara las notas más conocidas de ese momento.

Al inicio del evento el automatismo que envuelve una canción mil veces repetida, la vio y se ensimismó en ella y su vestido amarrillo, suave a la vista, que junto con las tonalidades del sol daban una alegría agradable para sus ojos; el cabello en las puntas, con notas de lisura del medio hacia arriba, como las olas que se tornan rebelde en la playa, pero vienen cargadas de fuerza, paciente y tranquila desde sus adentros.

Terminado el agasajo se acercó sin reparos, que por la disposición la vida le habían enseñado, y le dijo “hola, anoche soñé contigo y somos el amor de nuestra vida“, ella sonrió y dijo “hola soy Vivian y no sabía ese detalle”. 

Ese día detalló en su vestido la fuente de la alegría, los girasoles, escuchaba en ella el tatareo de las canciones sobre aves centroamericanas y de islas con notas doradas y con alguna particular forma siendo activas y plenas a la vista de una naturaleza tropical, pájaros con un nerviosismo que a Jesús le transmitía inquietud por la mujer que aún no le daba líneas de esperanzas.

Las semanas transcurrieron con altas intenciones de conquista, pero no daban frutos, en ella existía algo que no podía dar cuenta de las pretensiones de Jesús, sin embargo, ello no impedía que él la conociera, como los científicos empíricos, Jesús dedicó sus espacios a observarla.

Transcurrieron semanas, meses y años (dos para ser precisos), entre conversaciones, llamadas e ideas de sentirse en universos de quereres diferentes, así se dieron sus palabras, algunas veces con matices de cariño, otras con limitaciones de otras relaciones, sin embargo, el gusto no es oculto a los ojos del alma y allí estaban las esperanzas de Jesús.

Jesús pensaba en  el cabello de Vivian, en el tono particular que daba cuenta de cómo el sol se desparrama en el mar, pensaba en la dulzura particular de la piña y en la representación en sus labios, en el color de sus ojos que le hacían predicar sobre un balcón un buen café; pensaba en el sol declinando en un día de verano, pensaba en las hojas sobre las matas donde la abuela procuraba rescatar de un aparente destino inapropiado, pero que para él en ese tiempo se convirtió en el color perfecto de la vida.

Después de tanto tiempo, de miles de intenciones e incluso noches de lamentos en la almohada, curiosamente fue a tocar junto al mar, Dibulla (La Guajira) era el sitio, ese momento en donde la tierra te da la entrada entre el verde, el mar y el camino a una naturaleza diferente, ella como caso particular estaba allí.

El mar era un sitio especial, tanto como la sensación de colocar los pies en la arena y una ola atrevida llega a contemplar la curiosidad de la piel, así llego ella y le dijo “hola aun quieres ser mi color favorito y la canción que mejor toques” ese día fue él quien sonrió y le dijo “ahora solo quiero amar y ya” tan simple como Pablo Milanés cuando habla del amor y sus pretensiones.

Esa es la historia de Jesús y Vivian, de un color en especial y canciones, de detalles que vuelven lo rutinario extraordinario, como el susurro en el oído de quien sobre la almohada escucha la razón para convertir lo esperado en realizado, como quien disfruta en el saludo del sol la plenitud de la vida igual que la añoranza de la noche reclama en los recuerdos el abrazo de abril.

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