
La emisora de paz de Fonseca, localizada en el sur de La Guajira, se convirtió este lunes en el centro de una conversación abierta entre periodistas territoriales y el gerente de RTVC, Hollman Morris, quien por primera vez visitó este municipio para conocer de primera mano el impacto social, cultural y comunitario del trabajo radial que allí se realiza. La jornada dejó sobre la mesa que la radio pública sigue siendo un pilar en regiones históricamente olvidadas.
Una visita que marca un precedente
La presencia del gerente se dio en medio de un ambiente nacional tenso por los ataques mediáticos contra el Sistema de Medios Públicos. En ese contexto, los comunicadores de Fonseca aprovecharon el espacio para defender la pluralidad informativa, explicar la realidad del territorio y reafirmar el carácter comunitario con el que operan. Para ellos, la llegada de Morris no fue un acto simbólico, sino un reconocimiento al trabajo que realizan desde la ruralidad profunda.
Desde los micrófonos de la Radio Nacional de Colombia, los reporteros relataron cómo la emisora se ha consolidado como un punto de encuentro que articula a campesinos, comunidades afrodescendientes e indígenas. Para muchos habitantes, la estación es la única voz cercana que informa, conecta y preserva la diversidad cultural de la región, especialmente en lugares donde el Estado llega tarde o simplemente no llega.
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La voz del territorio toma fuerza
Durante el encuentro, la periodista Karen Pedroza expresó que nunca antes un gerente de RTVC había visitado Fonseca, subrayando la importancia del gesto. Por su parte, Edubiliana Uriana, integrante del resguardo indígena Mayabangloma, destacó que desde 2020 la emisora ha permitido que las comunidades hablen sin miedo, incluso en sus lenguas maternas. Para ella, la radio pública se convirtió en un espacio de reconocimiento cultural y defensa de la identidad wayuu.
Morris también respondió a las críticas sobre medición de audiencias y recordó que estudios como el ECAR no incluyen a las emisoras de paz ni a las zonas rurales dispersas. Señaló que ese vacío estadístico ignora la magnitud de la audiencia que existe en regiones como La Guajira, donde la radio pública es clave para la circulación de información, educación y cultura.
Rechazo a la estigmatización
Los periodistas de Fonseca fueron directos al rechazar los señalamientos que circulan en medios nacionales contra el Sistema de Medios Públicos. Recordaron que, lejos de cualquier narrativa malintencionada, la emisora ha acompañado procesos sociales y culturales como el Festival de Música Campesina y múltiples iniciativas comunitarias que fortalecen el tejido social del municipio.
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Luis Rojas, periodista de la estación, explicó que su labor lo ha llevado a recorrer zonas golpeadas por el conflicto armado y a acompañar a comunidades indígenas y campesinas con contenidos educativos y culturales. Para él, trabajar en la Radio Nacional no es solo un empleo: es una herramienta de transformación para su vida y la de las comunidades que acompaña.
“Somos la voz del pueblo”
En esa misma línea, la periodista Jaimelis Fonseca expresó que los ataques externos lastiman no solo al sistema público, sino también a quienes trabajan desde la ruralidad: “Somos la voz del pueblo. Cuando uno no vive la realidad del territorio, es difícil opinar. Hablar mal de los medios públicos es hablar mal de las comunidades que representamos”. Sus palabras dejaron ver el choque entre los discursos centralistas y la vida real de los reporteros territoriales.
Un cierre que reconoce lo esencial
En el final de la jornada, Hollman Morris destacó la labor del equipo local y el valor de la Radio Nacional en la vida cotidiana del territorio. Señaló que los periodistas recorren rancherías, acompañan a campesinos e indígenas y mantienen vivo el sentido público de la comunicación. “La radio no se olvidó de la gente”, afirmó, subrayando el carácter comunitario de la emisora.
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La visita dejó en evidencia una tensión nacional: mientras algunos sectores intentan debilitar la legitimidad del sistema público, desde lugares como Fonseca se demuestra que la radio sigue siendo un espacio irremplazable para ejercer un periodismo cercano, culturalmente diverso y profundamente conectado con las comunidades. Aquí, la comunicación no es un servicio; es un vínculo con la vida diaria del territorio.









































